Iglesia de los jesuitas de la madrileña calle de Maldonado. Misa de 9 de la noche del fatídico 11-M. Como siempre oficia el P. Maruri, SJ y acuden cientos de jóvenes y personas de juventud acumulada. Pero, esta vez, el templo estaba más lleno que de costumbre. La sacudida de la infamia ha impulsado a ir hacia los templos. A las 12 del mediodía se convocó una cadena electrónica de oración. A las 19:30 en el Cristo de Ayala se rezó, como todos los jueves, un Rosario por la Paz. Y en muchos templos, como el Buen Suceso, se celebró una Vigilia de Oración por las víctimas y sus familiares. España se une en el dolor, pero también en la plegaria. 

El P. Maruri SJ reza todos los días por la paz y el fin del terrorismo. Es una de sus señas de identidad, junto con la plegaria por los exámenes de los estudiantes. Pero, el jueves 11 fue más allá de la plegaria por la paz y por la conversión de los asesinos. En su tradicional estilo campechano, al terminar el oficio eucarístico, pronunció la frase del ritual: "Podéis ir en paz". Pero añadió: "Id en paz también los que penséis hoy en la pena de muerte. Nada de confesarse por eso". Probablemente, muchos quedaron tranquilos y se fueron en verdadera paz. En los pasillos y cafeterías, pero también en los chats de Internet y en los libros de visitas creados para la ocasión, se puede escuchar leer esta petición de forma reiterada. Sin duda, vino a la cabeza de muchos, aunque no fuese verbalizada. 

Por eso el P. Maruri no sólo tranquilizó, sino que predicó el Catecismo de la Iglesia Católica, que en su canon 2.266 establece el derecho y deber de la autoridad legítimamente constituida de aplicar penas proporcionadas a la gravedad del delito. Aunque también en el 2.267 se añade que si bien la doctrina tradicional de la Iglesia no excluye la pena de muerte, ésta debe de ser aplicada sólo si "fuese el único camino para defenderse eficazmente del agresor injusto de vidas humanas". Y añade: "Pero si los medios incruentos bastan para proteger y defender del agresor la seguridad de las personas, la autoridad se limitará a esos medios, porque ellos corresponden mejor a las condiciones concretas del bien común y son más conformes con la dignidad de la persona humana".