Es la misma oferta de salida honorable que ya se planteó en julio, y que Blesa no aceptó porque no se fía

PP y PSOE harán una ley a medida de los dos grandes partidos y será de aplicación en el actual proceso de renovación de órganos. La Presidencia de Iberia, donde Caja Madrid es el principal accionista (23%), llega en un momento de fortaleza frente a British Airways. Presidir Iberia puede significar presidir la fusionada Iberia-BA.

Aunque es Francisco Granados el nuevo hombre de Esperanza Aguirre para Caja Madrid, ha sido el antiguo responsable de este cometido, Ignacio González, quien ha vuelto a reiterar -ya lo hizo en julio- la oferta de salida honrosa de la Presidencia de Caja Madrid a Miguel Blesa: la Presidencia de Iberia.   

Lo que ocurre es que Blesa no se fía. En efecto, Caja Madrid posee el 23% de Iberia y en este momento su posición es de total fortaleza ante British Ayrways, hasta el punto de que en el mercado ya hay analistas convencidos de que debería ser Iberia quien absorbiera a British y no al revés. Y esto por dos razones: las cuentas de la compañía española están más saneadas (en los últimos seis meses BA perdió 61 millones de euros) y por el pozo negro de su fondo de pensiones, cuyas perdidas latentes (el 70% está invertido en bolsa) ya superan los 3.000 millones de pesetas, es decir que BA está en una situación de quiebra técnica.

Dicho de otro modo: la Presidencia de Iberia puede suponer la Presidencia de la empresa fusionada por derecho propio.

Ahora bien, Blesa sería presidente de Iberia en representación de Caja Madrid, y el presidente de la aerolínea dependería del nuevo presidente de la caja, nombrado por Esperanza Aguirre.

González y Granados, además, han hecho llegar a Blesa el mensaje de que el acuerdo PP-PSOE se mantiene y que Gallardón no va a poder impedir que en enero se tramite una nueva ley que otorgue el control de la entidad a los partidos mayoritarios. Entonces no sería una salida honrosa, sino un deshonroso despido.

La batalla es apasionante, porque nunca se había dado el caso de un presidente de entidad que se rebele contra la entidad tutelante y que pretenda permanecer 19 años al frente de una caja de ahorros. Nunca se había dado una situación similar. Así que todo el mundo está pendiente de la barbas del vecino.

La solución honrosa, la de Iberia, es apoyada por Ana Botella, pero no por el alcalde Madrid. A Gallardón que cese Blesa o continúe le importa poco pero está utilizando el caos para debilitar a su principal enemigo, que no es ningún socialista sino su correligionaria, Esperanza Aguirre. Y antes de ser llamado a más altas responsabilidades y deberes, prefiere zancadillear a su adversaria.