Tiene razón Oriol Pujol, portavoz de CiU, cuando dice que el catalán no se puede imponer con "el garrote", con sanciones y multas, como se está haciendo ahora y apuesta por "la seducción en lugar de la imposición".
Totalmente de acuerdo. Pero hay que recordar a Pujol hijo que fue precisamente su padre, Jordi Pujol, quien introdujo por primera vez el "garrote", con unas multas únicas en todo el mundo que sancionan a los hablantes de una lengua oficial, multándonos a los castellanohablantes si rotulamos nuestras tiendas con "carnicería" en vez de "carnisseria" o "zapatería" en vez de "sabateria".
Algunos deberían entender que imponer una lengua a golpe de "garrote" y multas lo único que consigue es generar rechazo y antipatía hacia la lengua que se impone.
Carmen B. Fernández