¡Lo que hay que ver y oír! El Gobierno neozelandés quiere poner un impuesto a sus productores de leche por el carbono que liberan las vacas.
Lógicamente la principal láctea multinacional, la cooperativa Forterra, está muy preocupada por la aplicación de la "tasa de carbono" al sector agrario neozelandés, porque dificultaría la capacidad de sus productos para competir en los mercados de todo el mundo.
Y, además, puede llevar a la deslocalización productiva hacia países menos eficientes y menos exigentes en las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI). El sistema de intercambio de emisiones (ETS), establecido por el Gobierno, aunque suaviza, no elimina la preocupación por los "sobrecostes del carbono" y la pérdida de competitividad, según Forterra, que advierte que la medida puede incluso no servir para la reducción de las emisiones globales.
Algo parecido estamos sufriendo los europeos, hay centrales lecheras y distribuidoras en muchos países de la UE que están planteando pagar las materias primas (leche) según la "huella del carbono". Se están cambiando las cartas, ahora son las vacas las culpables del cambio climático.
Domingo Martínez Madrid