El presidente de Indra, Javier Monzón estudia un ERE de 700 trabajadores, la décima parte de la plantilla. No acaba mal 2008, pero los pedidos han caído en picado para 2009, especialmente los procedentes del Estado y de la cajas de ahorros, uno de sus mejores clientes. Es decir, que hay que reducir costes.
Es más, todas las adquisiciones están paradas. La obsesión de Monzón por hacerse con Telefónica Soluciones no funciona. De hecho, es posible que Alierta trocee su filial de grandes compañías antes que vendérsela a Monzón.
Eso sí, será la clase de tropa la que pague el recorte porque ni Monzón (4,5 millones de euros anuales más opciones sobre acciones) ni su consejero delegado Regino Moranchel, ni los más envidiados de la compañía, el club Europraxis (Javier Piera, Carlos Martínez Marí, Josep Pujol y Guillermo Sagnier), con salarios fijos superiores a los 400.000 euros, van a ver mermada su posición ni sus emolumentos.
Europraxis levanta ampollas en Indra por muchas razones. Por ejemplo su propia sede social. Mientras la central corporativa se ubica en Alcobendas, la empresa les paga a los conseguidores de Europraxis cuatro plantas en uno de los edificios más caros de Madrid, ubicado en el Paseo de la Castellana y propiedad de Catalana de Occidente: 700.000 euros.
Además, los costes de estructura (gastos de representación, viajes, seguridad, asesores) de la Presidencia y la Consejería delegada salen por 30 millones de euros al año, que se dice pronto.
Por otra parte, el presidente Monzón está más que preocupado por el futuro del 17% de su capital que obra en poder de Unión Fenosa, y que Gas Natural considera no estratégico. El aumento de capital de Caja Madrid en la compañía tampoco representa mucha seguridad, habida cuenta de que el futuro de su amigo Miguel Blesa está más que comprometido.