Ya saben ustedes que el cachondo de Chesterton se refería al pecado original como el desagradable incidente de la manzana, que es lo que habría titulado cualquier reportero presente en el Paraíso.

No había tal manzano, sino árbol de la ciencia del bien y del mal, pero el desagradable incidente provocó una raza caída. La demostración empírica del pecado original no necesita de abstrusos argumentos: basta con leer el periódico.

Quizás por ello, el pueblo español, en esta tierra de María, fue el descubridor del único ser humano que eludió al lamentable manzano. El dogma de la concepción inmaculada de María se vivía en España tres siglos antes de que la Iglesia lo elevara a la condición de creencia innegociable, en 1854. Cuatro años después, la única persona libre de pecado original se definía, en Lourdes, con ese mismo título: la Inmaculada Concepción. Al parecer, los españoles, por una sola vez, habíamos dado en el clavo.

Y en este momento histórico de final de ciclo no, no estoy dispuesto a entrar en el asunto- parece que la Madre del Redentor ha tomado sobre sus hombros la protección de la raza humana. Siempre se ha tomado la devoción a la Virgen como propia de mujeres aborregadas y hombres débiles, quizás porque siempre olvidamos que la dulzura exige más fortaleza que ninguna otra condición.

Quizás España esté más a salvo que ningún otro país porque, a pesar de todas nuestras estupideces individuales y colectivas, seguimos estando bajo la protección de la Emperatriz del universo. Bueno, al menos espero que merezcamos esa privanza.

Una España en disolución no hablo de la unidad de España, que es cuestión menor, aunque cierta derecha no logre comprenderlo-, continúa, sin embargo, siendo mariológica, aún vive el amor a María. Conviene que lo mantenga. Ahora mismo, no sólo es nuestra seña de identidad, otra cuestión menor, sino nuestra única esperanza. Por algo la Inmaculada Concepción es la patrona de los españoles.

¡Jo, me ha salido un artículo poco periodístico! ¡Me van a echar de la Asociación de la Prensa!

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com