La revista Zero, realizada por, para y con homosexuales, ha llevado a cabo su aportación electoral. Más que una revista, Zero es un libelo de portada, un chantaje permanente, que las perseguidísimas y sufridas víctimas de la homofobia practican con políticos e intelectuales de todo signo. Así, en el número previo a las elecciones generales del 14-M, Zero abre con una imagen de Mariano Rajoy y una pregunta venenosa: "¿Podría sacarse del armario a un presidente del Gobierno?". Ya saben, calumnia que algo queda, siembra la duda y recogerás beneficios formidables. Aquí lo de menos es el respeto a la vida privada y el respeto a la verdad. Lo que menos importa es que Rajoy, sea o no sea gay, lo que importa es sembrar la duda. Y ya está sembrada. Porque, contra ese ataque, ¿qué podría hacer Rajoy? Se trata de una bofetada hipócrita, propinada mientras se mira hacia otro lado, muy similar a la de Alfonso Guerra cuando en su cinismo y rencor infinitos calificó a Rajoy de "mariposón", para luego afirmar que no se refería a eso, noooooo, sino a su manía por mudar cargo. Por cierto, desde la segunda fila, Zapatero sonreía con delectación.
Rajoy está indefenso. Como los gays y lesbianas tienen muy mala leche, le han colocado entre la espada y la pared. Por una parte, podría negar que es homosexual, pero, en ese caso, se interpretaría que está insultando a los gays. Puede guardar silencio, pero no olvidemos que en el foro público, el que calla, otorga. Por último, puede reconocer que es gay, en cuyo caso perdería las elecciones. Porque aquí nos ponen un micrófono y todos soltamos la tontuna del tercer sexo y la libre opción, pero para el común de los mortales, un gay es un marica, y un marica es algo malo, sea por la vía ética o por la estética.
Ahora bien, la canallada de Zero sólo es posible gracias a que el Partido Popular, y en especial la parte progre del PP, es decir, la representada por Mariano Rajoy, se han vuelto políticamente correctos. Prohibido hablar de la homosexualidad como degeneración moral, el tercer sexo merece todo nuestro respeto (la homosexualidad no merece respeto alguno, los homosexuales todo), la homosexualidad es una libre opción (una opción que terminaría con la raza humana), etc...
Pues bien, es sabido que no se pueden dar migas a los buitres, porque los buitres comen carne. Rajoy recoge ahora los vientos que sembró con la creación de la plataforma gay del PP, en cuya cabecera figura Carlos Alberto Biendicho, ese señor que ha llevado a los tribunales al arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela, por condenar la homosexualidad, dentro de la campaña gay que trata, simple y llanamente, de cargarse la libertad de expresión de la Iglesia o la de cualquiera que condene la homosexualidad.
Y así, justo cuando Rajoy consideraba que los gays se iban a tranquilizar con su ley de "uniones civiles" equiparable al matrimonio, el colectivo le responde con una portada difamatoria, columnista e, insistimos, venenosa.
Cría cuervos...
Al final, vuelve a demostrarse que los hechos son tercos, pero los principios aún son más obstinados. Miles de páginas de letra impresa, cientos de horas de radio, decenas de emisiones televisivas... no logran convencer a cualquiera con un mínimo de sentido común: la homosexualidad no es el tercer sexo, sino la degeneración de los dos únicos existentes. Una degeneración digna de apoyo, pero no de aplauso. Y ni la presión mediática más recalcitrante, convencerá a nadie con sentido común de que la homosexualidad es algo positivo y que el sexo, apasionante actividad, debe consistir en lo que el pueblo llano califica como "tomar por culo", porque eso no es sexo: eso es una cochinada.
Eulogio López