Francisco de Vitoria, Domingo de Soto y, sobre todo, Francisco Suárez, fueron los pensadores españoles que definieron la guerra justa.

Los tres principios de la guerra justa: que sea declarada por una autoridad legítima, que media una causa justa -por lo general esto se ha traducido como no iniciar nunca las hostilidades sino responder a una agresión- y proporcionalidad entre el ataque y la respuesta. Todo ello desde la óptica de que una vez pasado el peligro las tropas deben volver a sus cuarteles.

Parece cierto que la guerra de Irak sólo ha cumplido la primera de las condiciones. Pero es que, además, ha sido una guerra fracasada. Ha provocado más de 100.000 muertos civiles más los 4.500 soldados americanos que han dejado allí el pellejo. Al final, los norteamericanos abandonan un país sumido en el terror, con dos ramas del chiísimo que no se ponen de acuerdo y los suníes en plan montaraz y benlandesco.

Se quedan los 50.000 instructores encargados de formar a los futuros soldados y policías iraquíes. Y esto puede ser lo peor porque en Hispanidad ya hemos comentado la preocupación que existe en la inteligencia militar española sobre esta hermosa costumbre de formar soldados políticas para guardar el orden tras una operación internacional en zonas de conflicto no puede terminar en la formación de los futuros terroristas. ¿Acaso alguien piensa que los iraquíes se sienten liberados por Estados Unidos del dictador -que lo era, y cruel- Sadam Husein?

Habrá que repensar las intervenciones militares.

Por cierto, los iraquíes más afectados y marginados por la intervención armada del Occidente cristiano no han sido ni los sunitas ni los chiítas sino los cristianos iraquíes, al borde mismo del exterminio o el destierro.

Otrosí, ¿por qué ha sido el vicepresidente Joe Biden, y no la secretaria de Estado Hillary Clinton, quien ha asumido la representación norteamericana en la retirada de tropas en Bagdad? Sí, porque el alma musulmana no ha cambiado nada en siete años de intervención: Clinton es una mujer, es decir, un ser inferior (en este caso puede que lo sea, ciertamente, pero no por razón de sexo).

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com