Decíamos ayer que el Gobierno israelí se había cansado de esperar y que había dado un ultimátum a Washington: hay que destruir las instalaciones nucleares iraníes y hay que hacerlo ahora, ya mismo.
Ahora, la Organización Internacional de Energía Atómica (OIEA) ha lanzado su informe y ha asegurado que los israelíes tenían razón: que el proyecto nuclear iraní persigue una bomba atómica. De inmediato, el presidente Ahmanideyad ha pasado de la mentira a la amenaza: ahora ya no niega su interés en el armamento nuclear: ahora dice que si destruyen las instalaciones borrará a Israel del mapa.
En el entretanto, Obama y Sarkozy bostezan y se quejan de Netanyahu. Esto sí que es un problema
Miriam Prat
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