En un intento de recuperar el estatus perdido en la gran pantalla, el actor belga Jean-Claude Van Damme se interpreta a sí mismo en este film de acción en el que se mezcla ficción con realidad. Un producto realmente singular.

     Jean-Claude Van Damme, que vive profesionalmente horas bajas,  regresa a su ciudad natal (Bruselas) y se encuentra con la sorpresa de que no tiene dinero. Para solucionar este problema JCVD entra en una oficina de correos para solicitar a su representante que le envíe  urgente un giro postal. Pero su aparición en esta oficina se produce en un momento desafortunado pues tres atracadores la están asaltando y han optado por retener a los clientes. Por una serie de malentendidos, JCVD es confundido por la policía como el jefe de los asaltantes

     JCVD demuestra en este largometraje (en el que se parodia a sí mismo) que es mejor actor de lo que todos suponíamos. Además, esta película está concebida como una especie de catarsis con la  que el intérprete belga, antaño inmerso en  problemas de droga, parece que quiere redimirse y congraciarse ante los antiguos admiradores de sus películas y, de hecho, en un momento se confiesa ante la cámara en un improvisado monólogo en el que deja claro que no es un héroe pero sí un ser humano que quiere llevar en adelante con dignidad su vida y su carrera profesional.

   Entiendo que JCVD no es un producto demasiado comercial pero, desde luego, encantará a los seguidores de la trayectoria fílmica de JeanClaude porque está plagado de continuos guiños cinematográficos.

Se estrenó el pasado 7 de noviembre

Para: Los que quieran contemplar un experimento cinematográfico realmente ingenioso