En "Breve relato sobre el Anticristo", el autor ruso Vladimir Soloviev describe una Europa enfrentada de nuevo al avance del Islam, el mismo al que España paró en la península. También describe un mundo dominado por el mongolismo, es decir, por los pueblos asiáticos unificados, más allá del mundo árabe, esto es, por el alma más feroz inventada por el hombre: los tártaros. Un emperador, que no Rey, súper-hombre, domina el mundo mientras el Papa huye de Roma y, junto a protestantes y ortodoxos, se refugia en una Jerusalén martirial: "Así se cumple la unión de las Iglesias en el corazón de una noche oscura".
Pueden ustedes cambiar las coordenadas de Soloviev, tampoco importa mucho, aunque el cuadro no me disgusta. Europeos y americanos estamos obsesionados con los musulmanes. Además, el conflicto árabe-judío tampoco ayuda.
Y este miedo es lógico porque el terrorismo islámico es digno de ser tenido en cuenta, Pero una civilización no se mantiene en pie por su potencial militar o económico sino por sus principios. Y el Islam no es enemigo para el occidente cristiano. Mucho más peligrosos son los tártaros, el lejano oriente, ahora centrado en China pero también en el hinduismo. En cualquier caso, lo que está claro es que el choque de civilizaciones, la cristiana, que es la verdadera, frente a todas las demás, siempre tiene un escenario final: Jerusalén.
Eulogio López
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