- El Santo Padre lanza un mensaje de esperanza ante la corrupción: "El hombre puede cambiar".
- A los jóvenes les recomienda que pongan a Cristo en su vida porque "el tener, el dinero, el poder pueden ofrecer un momento de embriaguez, la ilusión de ser felices, pero, al final, nos dominan y nos llevan a querer tener cada vez más, a no estar nunca satisfechos".
- Para poner a Cristo en su vida, los sacramentos "del Perdón" y "la Eucaristía". A la Iglesia: "Las parroquias, los colegios, las instituciones, ¡son para salir! Si no salen, se convierten en una ONG, y la Iglesia no puede ser una ONG".
- "La Cruz sigue siendo escándalo, pero ¡es el único camino seguro, el de la Cruz, el de Jesús, la encarnación de Jesús!", clamó el sucesor de Pedro.
El Santo Padre ofreció la ayuda de la Iglesia, «abogada de la justicia y defensora de los pobres ante intolerables desigualdades sociales y económicas, que claman al cielo» (Documento de Aparecida, 395), a "toda iniciativa que pueda significar un verdadero desarrollo de cada hombre y de todo el hombre. Queridos amigos, ciertamente es necesario dar pan a quien tiene hambre; es un acto de justicia".
Y, a continuación añadió lo que una sociedad debe respetar en orden al bien común, aquello que Benedicto XVI denominó 'principios no negociables': "No hay una verdadera promoción del bien común, ni un verdadero desarrollo del hombre, cuando se ignoran los pilares fundamentales que sostienen una nación, sus bienes inmateriales: la vida, que es un don de Dios, un valor que siempre se ha de tutelar y promover; la familia, fundamento de la convivencia y remedio contra la desintegración social; la educación integral, que no se reduce a una simple transmisión de información con el objetivo de producir ganancias; la salud, que debe buscar el bienestar integral de la persona, incluyendo la dimensión espiritual, esencial para el equilibrio humano y una sana convivencia; la seguridad, en la convicción de que la violencia sólo se puede vencer partiendo del cambio del corazón humano".
En ese mismo encuentro, el Papa habló contra la corrupción, dirigiéndose a los jóvenes: "A menudo se sienten defraudados por los casos de corrupción, por las personas que, en lugar de buscar el bien común, persiguen su propio interés. A ustedes y a todos les repito: nunca se desanimen, no pierdan la confianza, no dejen que la esperanza se apague. La realidad puede cambiar, el hombre puede cambiar. Sean los primeros en tratar de hacer el bien, de no habituarse al mal, sino a vencerlo, vencerlo con el bien. La Iglesia los acompaña ofreciéndoles el don precioso de la fe, de Jesucristo, que ha «venido para que tengan vida y la tengan abundante» (Jn 10,10)".
Otro de los encuentros que ha mantenido Francisco estos días fue en Copacabana. Allí, exhortó a los jóvenes a poner fe, esperanza y amor en su vida por medio de Cristo: "Pon a Cristo en tu vida y encontrarás un amigo del que fiarte siempre; pon a Cristo y verás crecer las alas de la esperanza para recorrer con alegría el camino del futuro; pon a Cristo y tu vida estará llena de su amor, será una vida fecunda".
Si lo hacen así, verán claro lo absurdo de la vanidad: "Todos tenemos muchas veces la tentación de ponernos en el centro, de creernos que somos el eje del universo, de creer que nosotros solos construimos nuestra vida, o pensar que el tener, el dinero, el poder, es lo que da la felicidad. Pero todos sabemos que no es así. El tener, el dinero, el poder pueden ofrecer un momento de embriaguez, la ilusión de ser felices, pero, al final, nos dominan y nos llevan a querer tener cada vez más, a no estar nunca satisfechos. Y terminamos empachados pero no alimentados. Y es muy triste ver una juventud empachada pero débil. La juventud tiene que ser fuerte, alimentarse de su fe, y no empacharse de otras cosas. ¡"Pon a Cristo" en tu vida, pon tu confianza en Él y no quedarás defraudado!".
Para poner a Cristo en su vida, el Pontífice recomendó a los jóvenes acudir a los sacramentos: "Él te acoge en el Sacramento del perdón, con su misericordia cura todas las heridas del pecado, no le tengan miedo a pedirle perdón, porque Él es tanto amor que nunca se cansa de perdonar, como un Padre que nos ama. Dios es pura misericordia. "Pon a Cristo": Él te espera en el encuentro con su Carne en la Eucaristía, Sacramento de su presencia, de su sacrificio de amor, y Él te espera también en la humanidad de tantos jóvenes que te enriquecerán con su amistad, te animarán con su testimonio de fe, te enseñarán el lenguaje del amor, de la bondad, del servicio. También vos, querido joven, querida joven, puedes ser un testigo gozoso de su amor, un testigo entusiasta de su Evangelio para llevar un poco de luz a este mundo. Déjate inundar por Jesús, déjate amar por Jesús. Es un amigo que no defrauda".
También tuvo tiempo el Santo Padre para verse con compatriotas argentinos. En un encuentro con ellos, les explicó lo que espera de la Jornada de la Juventud: "Espero lío! ¿Que acá dentro va a haber lío ¡Va a haber! ¿Que acá en Río va a haber lío ¡Va a haber! ¡Pero quiero lío en las diócesis! ¡Quiero que se salga afuera! ¡Quiero que la Iglesia salga a la calle! ¡Quiero que nos defendamos de todo lo que sea mundanidad, de lo que sea instalación, de lo que sea comodidad, de lo que sea clericalismo, de lo que sea estar encerrados en nosotros mismos. Las parroquias, los colegios, las instituciones, ¡son para salir! Si no salen, se convierten en una ONG, y la Iglesia no puede ser una ONG".
Y prosiguió: "Pienso que en este momento, esta civilización mundial se pasó de rosca, ¡se pasó de rosca! Porque es tal el culto que ha hecho al dios dinero, que estamos presenciando una filosofía y una praxis de exclusión de los dos polos de la vida que son las promesas de los pueblos. Y por supuesto, porque uno podría pensar, que podría haber una especie de eutanasia escondida. Es decir, no se cuida a los ancianos, pero también está esta eutanasia cultural: ¡no se los deja hablar, no se los deja actuar! Y la exclusión de los jóvenes: El porcentaje que hay de jóvenes sin trabajo, sin empleo, ¡es muy alto! Y es una generación que no tiene la experiencia de la dignidad ganada por el trabajo. O sea, ¡Esta civilización nos ha llevado a excluir las dos puntas que son el futuro nuestro!".
Pero el Santo Padre retomó el discurso para volver a hablar de lo único que sabe, de Jesucristo: "Y la fe en Jesucristo no es broma, es algo muy serio, es un escándalo. Que Dios haya venido a hacerse uno de nosotros, ¡es un escándalo! Y que haya muerto en la cruz, es un escándalo, el escándalo de la Cruz. La Cruz sigue siendo escándalo, pero ¡es el único camino seguro, el de la Cruz, el de Jesús, la encarnación de Jesús! Por favor, ¡no licuen la fe en Jesucristo! Hay licuado de naranja, licuado de manzana, licuado de banana, pero por favor, ¡no tomen licuado de fe! ¡La fe es entera, no se licua! Es la fe en Jesús. Es la fe en el Hijo de Dios hecho hombre, que me amó y murió por mí".
Y para ello, un consejo práctico: "¡Las Bienaventuranzas! ¿Qué tenemos que hacer, padre Mirá, leé las Bienaventuranzas que te van a venir bien, y si querés saber qué cosa práctica tenés que hacer, leé Mateo 25, que es el protocolo con el cual nos va juzgar, con esas dos cosas tienen el programa de acción: Las Bienaventuranzas y Mateo 25, no necesitan leer otra cosa. ¡Se los pido de corazón!".
José Ángel Gutiérrez
joseangel@hispanidad.com