Se ha celebrado la JMJ 2011 en Madrid. Han sido unos días maravillosos donde ha habido de todo, dificultades y muchísimos momentos sublimes.
Porque…
En las grandes distancias. Estaba Dios.
En los escupitajos de los intolerantes. Estaba Dios.
En el sol abrasador. Estaba Dios.
En la lluvia. Estaba Dios.
En el vendaval. Estaba Dios.
En la Cruz de los Jóvenes. Estaba Dios.
En la sonrisa del Papa. Estaba Dios.
En la Iglesia que se manifiesta gozosa. Estaba Dios.
En las Palabras de Benedicto XVI. Estaba Dios.
En los jóvenes venidos de todo el mundo. Estaba Dios.
En la alegría desbordante. Estaba Dios.
En las lágrimas emocionadas. Estaba Dios.
En las solemnes ceremonias. Estaba Dios.
En el recogimiento ante el Santísimo. Estaba Dios.
En los saludos sencillos de los jóvenes al Vicario de Cristo. Estaba Dios.
En las banderas al viento. Estaba Dios.
En el griterío ante las cámaras de TV. Estaba Dios.
Efectivamente, estas jornadas han sido un encuentro de los jóvenes con Dios, a través de su Vicario Benedicto XVI. La juventud del Papa con Cristo.
Hasta Río de Janeiro, Santidad.
Ángela Díaz Alonso