"La libertad está para gastarla".

Lo dice el invitado de honor de esa Jornada Mundial de la Juventud, que sólo cuenta con 84 años. Benedicto XVI aclara: "Los jóvenes son muy generosos pero, ante el riesgo de comprometerse para toda la vida, sea en el sacerdocio, sea en el matrimonio, sienten miedo. El mundo está en continuo movimiento de manera dramática: ¿puedo disponer ya desde ahora de mi vida entera, con todos sus imprevisibles acontecimientos futuros? Con una decisión definitiva, ¿no renuncio yo mismo a mi libertad, privándome de la posibilidad de cambiar? Conviene fomentar la valentía de tomar decisiones definitivas que en realidad son las únicas que permiten crecer, caminar hacia adelante y lograr algo importante en la vida. Son las únicas que no destruyen la libertad, sino que indican la dirección justa en el espacio. Tener el valor de dar este salto, por así decir, a algo definitivo, y acoger así plenamente la vida, es algo que me alegraría poder comunicar".

Chesterton expresaba la misma idea, cuando afirmaba que la modernidad ha perdido el sentido del voto, es decir, el sentido del compromiso. Y los compromisos que llenan al joven o son para siempre o no son compromisos. Un voto temporal es como una baratija comparada con la verdadera joya del hombre que ofrece una vida.

Ya llevamos un par de generaciones de la modernidad vacías por ausencia de compromiso y ahora, en la postmodernidad, tenemos una generación tristona por asumir compromisos bonísimos pero que no pueden llenar la vida de un ser mortal. Compromisos como, por ejemplo, la sostenibilidad medio ambiental.

Decíamos ayer que los jóvenes llegados de todo el mundo a Madrid vienen sobre todo, a decidir su vocación. Para ello, sólo tienes que perderle el miedo a las decisiones definitivas.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com