Así le presentan los medios progres al nuevo secretario de Estado norteamericano: se le perdona porque es católico, aunque no sea de mente abierta. Y así es, conforme a la definición de Chesterton: "Tener la mente abierta es como tener la boca abierta: un signo de estupidez. La mente, como la boca, sólo Se abre para cerrarla cuanto antes sobre algo consistente".
Le dicen mente abierta porque es un católico progre, que es como decir un pepero coherente o un socialista sincero. Al parecer, durante su campaña electoral llevaba un rosario en el bolsillo, un libro de oraciones y una medalla de San Cristóbal. Sólo que luego defendía el aborto. Porque su mente es tan abierta que está contra el aborto -sólo faltaba que estuviera a favor- pero sí está a favor de que los demás aborten, muy libremente. Ya saben, lo de Geraldine Ferraro: como católica estoy contra el aborto pero no debo impedir que otros aborten. Buena mentalidad para un legislador: como católico estoy contra la esclavitud pero no debo evitar que otros tengan esclavos si así lo desean. En uso de su libertad se entiende.
Uno tiembla con el nuevo secretario de Estado. No le veo luchando por el derecho a la vida en el mundo, entre otras cosas porque su jefe, Barack Obama, no se lo permitiría. Tampoco le veo luchando por la familia natural, cuando su jefe quiere homosexualizar Estados Unidos e implantar el homomonio. Su propia tibieza le obliga a ser aún más incoherente, no frente al mundo, sino frente a los suyos. Lo que no se le perdonaría es que, además, no luchara por la libertad religiosa en un mundo cristofóbico. Eso ya sería más grave.
Y recuerden, los obispos norteamericanos, muy claros en este aspecto, se han negado a darle la comunión como defensor que es del aborto. Malo, malo, malo.
Eulogio López
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