Lo cuenta a sus familiares una joven licenciada española presente en
la Jornada Mundial de
la Juventud:
"El ambiente es increíble no he visto cosa igual. Los australianos se están volcando como no he visto a nadie en mi vida. Hay voluntarios en todas partes, gente quedándose sin dormir hasta las tantas solo para indicar adónde ir, en estaciones y calles -y recordaros que aquí es invierno-. Han instalado una capilla de adoración al Santísimo en la mismísima ópera de Sidney. Se levantan a las 6 para hacernos salchichas... El primer ministro australiano dio un discurso en la misa, más papista que el papa. Falta la vigilia pero por ahora estamos alucinados con la organización, la comida, los puentes de Sidney iluminados con fotos del papa... Aunque falta la vigilia que es la prueba de fuego, el próximo sábado".
Esa idea de servicio a los demás debe ser la mecha que prende el explosivo. A fin de cuentas, las Jornadas Mundiales de la Juventud se inventaron para eso, para que los participantes dieran un sentido a su vida en un mundo lleno de vidas sin sentido.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com