Desde nuestra mirada eurocéntrica, el encuentro del Papa con la Iglesia en Asia nos descoloca sobremanera.
La pujanza de la fe y el testimonio valiente de unos pocos miles de cristianos, en medio de una sociedad donde son clara minoría, nos alienta y nos invita a mirar al futuro con esperanza.
Pero no con una esperanza cualquiera, sino con la que no hay que dejarse robar nunca, aquella que las distintas ideologías no pueden dar y que brota del corazón mismo del Evangelio. Por eso el Papa, en su emocionante encuentro con los jóvenes asiáticos, les ha insistido en la necesidad de no tener miedo y de atreverse a decir sí a aquello a lo que el mismo Cristo les llama.
Enric Barrull Casals