Zapatero también se comportó como un estadista, al defender a Aznar de las acusaciones de "fascista" del dictador venezolano y recordarle que fue elegido democráticamente por los españoles. El Monarca abandonó la Cumbre de Chile, cuando otro populista, el nicaragüense Daniel Ortega, comenzó a criticar a la diplomacia y a las empresas españolas. Era el segundo día que el caudillo venezolano calificaba de fascista al anterior presidente del Gobierno español. El dinero del petróleo venezolano está sirviendo para propalar el populismo. El PP, en lugar de valorar el gesto de ZP, arremete contra la política exterior del Gobierno

Imposible calcular el número de visitantes del vídeo de la Cumbre Iberoamericana celebrada en Santiago de Chile, repetido en todo tipo de páginas WEB. En él, se puede ver como, por segundo día, el dictador venezolano Hugo Chávez llama fascista, una y otra vez, al ex presidente del Gobierno español por el Partido Popular, José María Aznar, mientras el presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero (http://www.larazon.es/) afirma que no puede tolerar esas faltas de respeto, dado que se trata de un presidente elegido por el conjunto de los españoles. Para un personaje como ZP, al que Aznar siempre despreció y que siente verdadera animadversión hacia su predecesor en el cargo, esa defensa le honra y le hace aparecer a los ojos de los españoles como un estadista, es decir, como un personaje capaz de pasar por encima de las diferencias ideológicas.

Aún más impactante ha sido la actitud de S.M. Juan Carlos I, quien le espetó al dictador venezolano Hugo Chávez, en una frase llamada a ser repetida: "¿Por qué no te callas?". Con ella, el monarca, que atravesaba uno de sus momentos más bajos, se rehabilita ante la opinión pública española. No sólo eso sino que, poco más tarde, con otro ex dictador, el sandinista Daniel Ortega, lanzando un discurso demagógico contra las empresas españolas, el Monarca abandonó la reunión y, con ello, la Cumbre Iberoamericana de Naciones que, así, dicho sea de paso, queda herida de muerte.   

Curtido en mil batallas diplomáticas, el Rey de España ha sorprendido a todos con esa dura y ácida salida, pero, desde luego en España, se le va a aplaudir con entusiasmo. A él y a Zapatero, porque esta vez sí ha sabido defender los intereses españoles y no sólo sus intereses electorales.

A destacar, asimismo, el silencio de otros países y la actitud indolente de la presidenta y anfitriona de la Cumbre, Michelle Bachelet, responsable última de no cortar la grosería chavista, el bolivariano que califica de fascista a quien abandonó el poder a los ocho años, tal y como prometió, mientras él se dispone a aprobar una constitución que le perpetúe en el poder como cualquier otra dictadura de raíz leninista.

Por lo demás la escenografía daba la impresión de tenerlo todo previsto: en el club populista, del que todos sus miembros tienden hacia la tiranía, la intervención del sandinista Daniel Ortega, y del vicepresidente Carlos Lage –el más moderado, a pesar de representar a la dictadura cubana, que se ha convertido en modelo del populismo chavista- completaban los exabruptos de don Hugo: http://hispanidad.com/noticia_ep.aspx?ID=20071111000118. 

No sólo eso: Ortega, el dictador que hundió a Nicaragua en una tiranía comunista la emprendió, no sólo con la diplomacia española, que según él, utilizaron la embajada española para alentar a votar contra el sandinismo, sino contra las empresas españolas, en concreto contra Unión Fenosa. Los ataques a las compañías españolas son uno de los puntos clave de la campaña totalitaria del populismo iberoamericano contra las empresas españolas. Casi todas ellas son empresas de servicios, que han hecho grandes inversiones (redes de agua, gas, luz o teléfono) y ahora no pueden abandonarlas porque nadie se las financiaría. El ataque a las empresas ya se inició con las demagógicas palabras del presidente argentino Néstor Kirchner, uno de los grandes especialistas en inseguridad jurídica de Hispanoamérica.

En definitiva, el Rey recupera todo su prestigio perdido ante la ciudadanía, tras su visita a Ceuta y su defensa de José María Aznar, un político con el que, por otra parte, tampoco se entendió nunca, lo cual le honra más. Al mismo tiempo, ZP ha sido visto, quizás por primera vez, como un estadista. De hecho, el único que no ha sabido estar a la altura frente al ataque populista ha sido el portavoz del Partido Popular, Gabriel Elorriaga, quien, en lugar de valorar el cambio de ZP, ha vuelto a arremeter contra la política exterior del Gobierno. Esta vez, lo único que se puedereporchar a Zapatero es que haya alimentado al monstruo de Frankenstein que impera en Venezuela, asi como la demagogia populista hispanoamericana. Chávez, no lo olvidemos, fue el gran amigo hispano de los socialistas, cuando regresaron al poder en 2004.