La Iglesia es partidaria de subir el 0,5 al 0,8% anual, con lo que el Estado ya no tendría que aportar nada. Pero el Gobierno no accede. Ahora mismo, el llamado impuesto religioso es la única posibilidad que tienen los ciudadanos para decidir dónde va a parar una pequeñísima parte de lo que pagan por sus impuestos.
Mientras, el colectivo gay ha lanzado una campaña animando a la apostasía. Además, exige el aborto libre y que se modifique el Concordato entre España y la Santa Sede. Como guinda acusa a la Iglesia de homófoba y machista, además de una ristra de acusaciones añadidas. ¡Ah!, y ahora los gays quieren que el Estado financie el cambio de sexo para transexuales. Y de postre, exigen que el día 8 de junio sea el día del laicismo.