A la constructora le interesa la Torre Kío de Bankia, no la Torre Foster. La nueva FCC recorre el mundo, aferrada a sus especialidades: infraestructuras y medio ambiente. Sí, les interesa el canal de Isabel II.
FCC celebra el miércoles Junta de Accionistas en Barcelona. Es una nueva FCC, que lleva dos años en un doble proceso de diversificación e internacionalización acelerado. Para llevarlo a cabo, ha sufrido su EBITDA y ha aumentado su endeudamiento, pero el balance se empieza a equilibrar.
Eso sí, ese doble proceso ha coincidido con el aumento de la mora de las administraciones públicas, especialmente de los ayuntamientos, y no olvidemos que el fuerte de FCC son los servicios, especialmente de tratamientos de residuos urbanos y agua.
De hecho, según fuentes de la compañía, la mora de los ayuntamientos ha aumentado durante los dos últimos años, pero se ha reducido en lo que llevamos de 2011 -quizás por el efecto electoral-, en algo más de dos puntos. Actualmente, el periodo de demora en el pago de los ayuntamientos españoles se cifra en 10 meses.
Pese a todo, Esther Koplowitz persiste en ser empresaria, en proseguir la tarea iniciada por su padre y siempre ha rechazado meterse a financiera o a rentista. Algo inhabitual en España. Y todo ello sin reducciones traumáticas de plantilla.
El proceso de internacionalización, además, ha implicado desinversiones en aparcamientos y otros activos. Ahora mismo se busca socio para Global Vía y están en venta las plantas cementeras en Estados unidos, donde el sector remonta (en España, no).
Crece la división de construcción, porque FCC ha vendido su experiencia en la materia en países como Estados Unidos, Colombia, Brasil, Emiratos Árabes y Qatar, todos ellos con fuertes crecimientos pero sin infraestructuras adecuadas. En el caso de Bahrein, la constructora ha firmado un acuerdo con la empresa pública Commodore Contracting.
Vamos con la actualidad corporativa. Su presidente, Baldomero Falcones, lo explica así: "Que B-98 (la propiedad) posea el 53% de la compañía constituye un factor de estabilidad". Se trata de la instrumental de Esther Koplowitz y, en efecto, la expansión se está realizando sin que su accionista de referencia se diluya. Han entrado nuevos capitales sí, pero mediante acuerdo de joint-venture o recurriendo a filiales para obtener recursos ajenos, sin necesidad de diluir el núcleo duro. En definitiva, FCC continúa siendo una empresa familiar.
Hasta ahora la alianza más significativa de la constructora ha sido con Caja Madrid, hoy Bankia, especialmente en la inmobiliaria Realia. Como ya adelantara Hispanidad, Miguel Blesa abandona en esta Junta el Consejo de Administración de la empresa, donde figuraba como independiente, pero el puesto no será ocupado por Rodrigo Rato: se amortiza, y quedará compuesto por 18 miembros, cinco de los cuales son mujeres.
Y hablando de Bankia, Falcones reconoce que a FCC le gusta la sede operativa de Bankia (la social está ubicada en Valencia, antigua Bancaja), en una de las dos torres KIO ubicadas en la madrileña Plaza de Castilla. Lo que no le interesa es la Torre Foster, y este dato merece comentario aparte.
En julio de 2007, en vísperas de la crisis, Miguel Blesa, empeñado en tener como sede "el mejor edificio de Madrid" compró Repsol, la Torre del arquitecto Norman Foster, uno de los rascacielos de la antigua Ciudad Deportiva del Real Madrid, por 815 millones de euros. Y esa torre se ha convertido en uno de los principales problemas de Rato, que no logra venderla a nadie. Foster hizo una maravilla arquitectónica… de muy escasa utilidad. Rato no encuentra comprador así que tendrá que vender la torre KIO, que todo el mundo quiere comprar y trasladar los servicios centrales a la Torre Foster, un lujazo que nadie desea.
Y sí, a FCC, especialista en tratamiento de agua, le interesa comprar el Canal de Isabel II, que la presidenta madrileña, Esperanza Aguirre, se dispone a privatizar.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com