La justicia es lenta, es cara y es vengativa. De nada me sirve el cese-dimisión de Bermejo por su fobia a los muflones y su filias hacia jueces, fiscales y policías útiles.

No, lo peor es que su gestión sólo ha servido para acentuar los tres males de la justicia española: lenta, cara y vengativa, o mejor, dispuesta a satisfacer los deseos de venganza de los elementos más ruines de la sociedad.

La justicia es lenta y esa lentitud se va a multiplicar por la excesiva judicialización de la misma. Cada vez nos parecemos más a lo americano. Cualquier cosa es motivo de querella. Al parecer, el español está muy cabreado.

Es cara y éste me parece el principal problema. Existen dos clases de españoles: los que disponen de servicios jurídicos y los que no. Empresas, organismos públicos, partidos, bancos, asociaciones culturales (por decir algo, la SGAE parece el colegio de abogados, etc.). Los primeros se dedican a querellarse con los segundos, con el afán de neutralizarlos y, a ser posible, arruinarlos.

La justicia es vengativa. Se darán ustedes cuentan si miran el estilo Garzón. Utilización del poder delegado para fastidiar al adversario político. Sectarismo en estado puro, utilización de ley y tribunales para satisfacer venganzas personales.

La verdad, no creo que lo último tenga arreglo administrativo, pero los dos primeros sí. Especialmente el segundo, porque media España vive ahora en estado de alerta, convenida de que, como los jueces están locos, todo es posible.

Eulogio López

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