El presidente argentino Néstor Kichner se ha quitado la careta. Acaba de expulsar al ministro de Justicia y responsable de Seguridad, Gustavo Beliz, el único ministro que, al menos cuando pasó a formar parte del Gabinete, defendía una serie de valores, como la vida desde la concepción hasta la muerte.

 

Lo más gracioso es que Kirchner alega la inseguridad ciudadana reinante para provocar el cese, cuando el propio presidente ha coqueteado con la izquierda piquetera y ha criticado a una policía a la que ha tildado de corrupta y a la que ha prohibido defenderse de los insurrectos y de la delincuencia.

 

Ahora Beliz se queja y declara (diario Clarín) que se le montó un ministerio paralelo desde la inteligencia argentina (SIDE), lo que probablemente sea cierto, y que se ha pretendido con ello desacreditarle (lo cual seguro que es cierto). Sin embargo, el propio movimiento provida argentino se ha vuelto contra él, al grito de Roma no paga traidores. Beliz ha permitido e incluso alentado la entrada en la Corte Suprema de Eugenio Raúl Zaffaroni y de Carmen Argibay, dos ejecutivos cuyo principal cometido es acabar con la defensa de la vida del no nacido que en la Argentina es precepto constitucional.

 

En cualquier caso, la deriva del Gobierno  se alarga por momentos: ha optado por el ala radical del peronismo y su gran consejera es Hebe de Bonafini, líder de las madres de la Plaza de Mayo, defensora del terrorismo etarra y de la revolución marxista.