Antecedentes

La prensa nacional del 25 de noviembre de 2004, destacaba las declaraciones del Ministro de Salud de la Nación, Ginés González García, quien expresó que despenalizar el aborto mejoraría la situación sanitaria; una actividad que se legaliza deja la clandestinidad, deja de hacerse donde se está haciendo en estos momentos, que son los lugares peores y muchos de ellos tienen consecuencias como la mortalidad materna. Recordemos que el mismo González García cuando impulsó la sanción de la ley de salud reproductiva, que incluye la distribución de la anticoncepción de emergencia (aborto químico), aseguraba que ésta tenía como finalidad evitar el aborto (quirúrgico, ndr).

Entonces, para calmar las aguas el gobierno salió a decir que no impulsaba ningún proyecto de liberalización del aborto, y el mismo presidente Kirchner declaró que se oponía al aborto, pero que respeta la libertad de conciencia, afirmación inquietante, ya que significa que le concede al crimen abominable del aborto la categoría de opinión aceptable.

La declaración del presidente no se condice, por ejemplo, con la presión que el gobierno está ejerciendo sobre el Congreso para que ratifique el Protocolo Opcional de la Convención de Eliminación de toda Forma de Discriminación contra la Mujer (CEDAW), un instrumento para la globalización del aborto, o con la postura que éste ha tomado en las conferencias internacionales. (Vid. entre otros NG 597, 625, 628, 629, y 660)

Hay que despenalizar el aborto

El 15 de febrero pasado, después de participar personalmente en un lamentable espectáculo de distribución de preservativos por las playas, el Ministro de Salud volvía a insistir diciendo, yo pienso que hay que despenalizar el aborto". Esta afirmación fue recibida con bombos y platillos por las organizaciones abortistas, los medios de comunicación y no pocos políticos, entre los que figuró el ministro de salud de la provincia Santa Fe, Juan Sylvestre Begnis.

La carta del Obispo Castrense

El 17 de febrero el Obispo Castrense dirigió al Ministro una carta que dice:

Como deja la impresión de que el único Obispo que dice las cosas es el Arzobispo de La Plata, por la presente quiero informarle que sobre el aborto, la anticoncepción, la corrupción de menores, etc, se ha pronunciado el Episcopado Argentino en repetidas ocasiones, y el Papa Juan Pablo II en toda oportunidad que se ofrece. Lo hizo la semana pasada ante la nueva embajadora de Holanda. El 10 de enero decía en el discurso al cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede: "En estos últimos años el desafío de la vida se está haciendo cada vez más amplio y crucial. Se ha centrado particularmente en el inicio de la vida humana, cuando el hombre es más débil y debe ser protegido mejor... La posición de la Iglesia apoyada en la razón y la ciencia, es clara: el embrión humano es un sujeto idéntico al niño que va a nacer y el que ha nacido a partir de ese embrión. Por la tanto, nada que viole su integridad y dignidad es éticamente admisible".

Usted es médico. Sabe perfectamente que el feto en gestación tiene ADN propio, ni del padre, ni de la madre. Suyo propio. Es una persona humana. Al privarlo de la vida se está pisoteando su derecho humano primordial.

La multiplicación de los abortos que usted propicia con fármacos conocidos como abortivos es apología del delito de homicidio... Cuando usted repartió públicamente profilácticos a los jóvenes, recordaba el texto del Evangelio donde nuestro Señor afirma que "los que escandalizan a los pequeños merecen que le cuelguen una piedra de molino al cuello y lo tiren al mar"...

Usted afirma que es para prevenir el SIDA. Todos queremos que nadie sea aquejado por semejante enfermedad. Pero usted sabe -como lo sabe toda persona medianamente informada- que los poros del látex permiten el paso del virus. Y no son la barrera que tanto pregona la industria del látex que mueve cifras millonarias.

Y al facilitarles a los jóvenes e inducirlos a la vida sexual prematura, de hecho los están induciendo a contagiarse de la enfermedad que dicen combatir. ¿Porqué nunca dicen que ser casto, dueño de sí mismo, es el medio más eficaz para prevenir el SIDA? ¿O cree que ningún joven es capaz? ¿No lo están haciendo ya en Estados Unidos, donde ya están de vuelta de esta libertad suicida?.

Señor Ministr lo menos que puedo decir es que es anticientífico propiciar el abort asesinato de hombres inocentes; que distribuir profilácticos es propiciar el libertinaje sexual y difundir impunemente el sida, que es ampliar el mercado de los que negocian y lucran con la salud física y moral de nuestra juventud.

Se está contribuyendo a la degradación de nuestra sociedad, con los mismos principios de los emperadores romanos: panes et circenses. Pan queda poco si no propiciamos la cultura del trabajo. Circo nos sobra...

A buen entendedor pocas palabras. Saluda a Ud. atte, Mons. Antonio Juan Baseotto, profesor de Biología y Obispo Castrense

La reacción: remover a Mons. Baseotto

Desde ese momento, se están sucediendo una serie de ataques a Mons. Baseotto, en base a una bien orquestada campaña. La prensa manipuló el texto citado del Evangelio, afirmando que el Obispo decía que el Ministro debería ser arrojado al mar. Surgieron acusaciones sobre un supuesto antisemitismo de Mons. Baseotto. El CELS (Centro de Estudios Legales y Sociales) una ONG que dice defender los derechos humanos y que apoya a las ONGs abortistas en sus reclamos, también se asoció a la campaña.

El presidente Kirchner pidió a la Santa Sede la remoción del Obispo, y a la vez el Gobierno, falazmente, pretendió hacer creer a la opinión pública que las declaraciones de González García eran a título personal y que no representaban la opinión del Poder Ejecutivo Nacional.

El 12 de marzo, el mismo gobierno dejaba trascender que el Presidente prohibiría al Obispo Castrense el ingreso a las guarniciones militares. Esta intempestiva reacción sería consecuencia del enojo presidencial ante la falta de respuesta de la Santa Sede a su petición de remoción de Mons. Baseotto, y frente a la reacción de los obispos que reafirmaron la doctrina de la Iglesia sobre el crimen abominable del aborto. (Continúa).

Juan C. Sanahuja

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