El diario ABC publica hoy (miércoles 9) que Kirchner rompe las negociaciones para renovar a Endesa y Gas Natural sus contratos en la Argentina. Lo cual es muy cierto, como también lo es el análisis que el diario de Vocento hace del hecho: el presidente argentino le ha tomado el pelo a Rodríguez Zapatero, quien, todo talante, le prometió que respetaría los derechos adquiridos por las empresas españolas.
Porque, solucionado el problema de la suspensión de pagos de la deuda de Argentina, con casi un 80% de los creedores que respondieron afirmativamente a pesar de la tremenda quita que le impuso la Casa Rosada, Kirchner está muy crecido. Ya no se conforma con amenazar a las empresas españolas, que proporcionan los servicios básicos esenciales, como agua, luz, gas, teléfono, gasolina, etc, con no actualizar las tarifas o con subir más las regalías e impuestos. No, el salto cualitativo es que Kirchner, liberado de la presión del sistema financiero internacional (son los ciudadanos argentinos quienes lo han pagado, actualmente, así como los tenedores extranjeros de bonos), el siguiente objetivo de un Kirchner más izquierdista que nunca es renacionalizar todo aquello que Menem privatizó durante los años noventa. Y eso afecta a empresas como Telefónica, Repsol YPF, Gas Natural, Endesa, Aguas de Barcelona, etc. Los dos grandes bancos, SCH y BBVA, así como otras compañías, como NH Hoteles o las constructoras, es otra cuestión.
Para ello, Kirchner está lanzando una campaña demagógica, claramente antiespañola. Porque, naturalmente, lo que quiere es la expropiación, o la recompra a precios de saldo, de las empresas hace una década vendidas a compañías españolas.
Es, sin duda, el reto económico más importante con el que se encuentra el tejido industrial español desde que comenzara su aventura exterior. Mientras, en el Gobierno Zapatero no hay respuesta.