Sr. Director:

En política, sobre todo en la izquierda, muchos, han llegado a cargos de responsabilidad  sin experiencia previa. Y ahí han pasado su vida. No conocen otro empleo que la Administración, (el Estado). Para todos ellos, la política, el estado lo ha sido todo.

Y estos, por extensión, todo lo quieren convertir en política, a todo le quieren aplicar las reglas de la política; y como ahora las reglas de la política se llaman democracia, quieren llevar estas reglas a todos los estamentos sociales, a todas las instituciones. Es lógico, viven de eso, con lo que cuanto mas haya a más tocamos. Alguien les tendría que hacer reflexionar que cuando absolutizamos el término, cuando todo es democracia estamos mas cerca de la dictadura que de otra cosa.

En la sociedad civil es bueno que haya instituciones que se rijan por reglas distintas a las puramente democráticas. Entre otras cosas porque es bueno para la libertad, entre otras cosas porque la democracia es solamente una forma de gobierno, cuantitativa además, que no cualitativa. Y  la democracia si se absolutiza, sofoca la libertad.

Pero ocurre que, los que todo lo enfocan en términos políticos, los que se han decidido a vivir de la Administración, del Estado, que han funcionarizado su vida, tienen una ventaja sobre los demás, sobre aquellos a los que la política les pilla a trasmano, los que la ven allá lejos, los que aun participando en política con el derecho al voto, viven despreocupados de ella. Y la ventaja es que solo juegan a eso, con lo cual estarán siempre presentes en una manifestación, en una reivindicación, en una algarada. Presionaran, aparecerán en los medios de opinión pública, como niños mal educados, montaran un número por cualquier cosa. A fin de cuentas se juegan el sueldo. Así harán parecer lo secundario como importante, lo anecdótico como un problema nacional, querrán llevar la política, los términos de la democracia a todas las instituciones, estar presentes en todos los sitios. A fin de cuentas, detrás del estar presente hay un puesto para un político, para un funcionario.

Así, ampliando la participación de los políticos o de las reglas de la democracia a todas las instituciones se consigue, por un lado, apropiarse de todo el espectro social, participar de todo el entramado que genera actividad y por otro  sofocar a la sociedad civil, manipulándola, maniatándola e interviniéndola. Creo que ahí radica la fuerza de la izquierda y la debilidad de la derecha. La izquierda juega fundamentalmente a lo público, a la Administración, al funcionariado, a exigir. La izquierda es capaz de convocar, de movilizar, de organizar un mitin por menos de nada. Además domina la propaganda. La derecha, mientras tanto, esta ocupada en otras cosas. Se moviliza si, cuando es llevada al extremo, pero cuando se cansa mira para otro lado, para lo privado. La derecha, en general,  tiene la vista puesta además de en la política, en otras cosas. Lo público para la derecha es medio, para la izquierda es fin.

Creo que esta diferencia explica muchas de las cosas que han ocurrido y que siguen ocurriendo hoy en día.

Manuel Fidalgo Yebra

manuelfidalgo@hotmail.com