Sr. director:    

Hoy en día vivimos una curiosa paradoja, que no se creerán mis nietos cuando se la cuente: te puedes llenar gratis los bolsillos de condones. Es así. Pongamos el caso de un indigente: le es más fácil hacerse con una caja de preservativos que obtener un bocadillo de tortilla. Le dan la caja y le dicen: "esto es para que no te infectes". ¿No te infectes de qué?. En España te dirán que el preservativo es como un traje espacial que te aísla del universo o incluso mejor que el bálsamo de Fierabrás de nuestro entrañable don Quijote. Pero en otros países, donde se dedican al estudio serio y no a la técnica de la avestruz mentirosa ( se esconde ella y a los demás), como en EE.UU., mantienen otras cosas que te hará correr un sudor frío por la frente. Por ejemplo, en  el Center for Disease Control and Prevention de Atlanta, demostraron  que mientras otras infecciones disminuyen gracias a la eficacia de los métodos de prevención y control, pese al uso creciente del preservativo, las tres infecciones más frecuentes en Estados Unidos son enfermedades de transmisión sexual: la  Chlamydia, la Gonorrea y el SIDA.

Pero el sonriente anuncio nos diría ante esta realidad, por ejemplo, que un cinturón de seguridad tampoco es cien por ciento seguro e igual lo usamos. Pero, claro, esto es confundir un sistema auxiliar de seguridad con la promoción de un estilo de vida que no sólo es presentado como seguro cuando es inseguro, sino que evita deliberadamente presentar  una alternativa que sí es segura: la abstinencia. ¿Se ha alarmado por este vocablo?. Pues que le vamos a hacer, no todo el mundo se escandaliza ante la realidad, como por ejemplo el director de la escuelas públicas de Chicago, Paul Vallas, que ha señalado que "cuando miro a nuestro curriculum de atención de salud, la abstinencia ciertamente aparece como urgente." 

José Manuel Fontela