Mariano Rajoy, presidente del PP, no impuso disciplina de voto en la votación parlamentaria que elevó la homosexualidad al rango de matrimonio. De hecho, la diputada Celia Villalobos votó a favor. Pero el asunto no quedó ahí: los diputados y cargos públicos populares ni tan siquiera han hablado de la supresión de la objeción de conciencia. Ni han presionado al Gobierno Zapatero en este sentido. Sencillamente, han mirado hacia otro lado. Ahora, el partido se está rompiendo entre quienes consideran que debió dar esa batalla y que, en cualquier caso, hay que proteger a aquellos militantes del PP que pueden perder su cargo si se niegan a casar a homosexuales. En el partido hay quien solicita a Rajoy que, al menos los servicios jurídicos de la formación defiendan a los alcaldes que se han negado a casar homosexuales.
En otras palabras, la actitud tibia de Rajoy ha provocado lo que puede acabar en escisión.