Miguel Martín abronca a su asesor macro, Federico Prades, por hablar sin su permiso

La economía española pone fin al buen tono manifestado en los pasados años. Por primera vez en mucho tiempo crecerá menos que la media comunitaria desde este 2008. Es la previsión del presidente de la AEB, Miguel Martín. Lo que pasa es que son unas previsiones contradictorias al discurso oficial de que creceos por encima de la media europea. En términos interanuales, porque si analizamos el crecimiento del primer trimestre, el crecimiento español es una quinta parte del alemán.

A Martín le ha fallado el subconsciente porque su discurso está alineado con el del Gobierno. Incluso ha llegado a decir que "el Gobierno ha hecho el diagnóstico adecuado" y se muestra esperanzado -o al menos eso dice en público- en que las medidas que el Gobierno apruebe el próximo 23 permitan cambiar el rumbo del patrón de crecimiento.

¿Recesión duradera e intensa como prevé Funcas?, le preguntaban en la mañana de este miércoles. Martín, ejercicio de cintura. "Eso es de las cajas, ¿no?". Pero los periodistas querían más. "Todo dependerá de las decisiones que tome el Gobierno y el BCE; Solbes anunció que había que apretarse el cinturón; vamos a ver".

¿Y qué le parece lo que dice Prades desde la AEB de que creceremos por debajo del 1%?, insisten. Segundo intento. "No conocía esas declaraciones y en casi todo las ha hecho sin consultarme". Bronca a la vista. Responde que no se preocupa por los detalles y añade con la teórica de fondo. "El Gobierno tiene razón cuando se niega a hablar de crisis para que la confianza no se deteriore por polémicas semánticas". Eso sí, también considera que el Gobierno debería ser más didáctico para explicar la situación a la ciudadanía, aunque a su juicio, "el diagnóstico es el adecuado".

La bronca a Prades recuerda la ocasión en la que el ex gobernador Mariano Rubio abroncó a José Ángel Sánchez Asiaín, entonces presidente del Banco de Bilbao, porque su Servicio de Estudios había concluido que no se podía exigir moderación salarial cuando las rentas del capital crecían muy por encima de las rentas del trabajo. Asían respondió: "Pero es que es cierto". Tras lo que Rubio, audiblemente cabreado, concluyó: "¿Y a quién le importa que sea cierto?