La batalla final no tendrá lugar en el campo de la inteligencia, sino en el de Eucaristía y en el de la devoción a María. No en el claustro de la información, ni tan siquiera de la cultura, ni mucho menos en el de la política, la economía o la guerra.
Sobre el sentido de la vida se ha dicho de todo y la sociedad de la información (para entendernos, Internet) ha extendido todas las cosmovisiones por todo el mundo. Además, la política, la economía y el equilibrio -o desequilibrio- de poderes, no son las causas de la guerra final sino consecuencias de las escaramuzas que llevan realizándose desde hace mucho tiempo. No, la batalla final tendrá lugar ante el Sagrario y con el Rosario.
Mientras continúe repitiéndose el sacrifico incruento de la cruz y mientras el Rosario sea el vínculo de unión a la corredentora del género humano, capitana de la milicia de Cristo, la victoria está asegurada. Y ello no oculta la gran tribulación a la que estamos abocados, profetizada desde el antiguo testamento.
No, no es una contradicción. Recuerden que el lema del cristiano debería ser éste: de derrota en derrota hasta la victoria final.
Conste que las ideas no son mías. Vuelvo a citar los dos libros de 'Marga', la esposa y madre madrileña autora de dos volúmenes: La verdadera devoción al corazón de Jesús y El triunfo de la Inmaculada. Por cierto, cada vez que cito la obra de 'Marga' recibo correos de quien me pide acceder a esos dos escritos. No se adquieren en las librerías, pero pueden solicitarlos a los teléfonos 690 24 21 85 y 689 12 97 27 o a estos dos correos electrónicos: verdaderadcj@gmail.com y verdaderadcj@hotmail.com. De vuelta a Roma. El Papa ha consagrado el mundo -una vez más, al corazón inmaculado de María, con motivo de la visita de la imagen de la Virgen de Fátima al Vaticano (12 y 13 de octubre)-. Quien piense un poco sobre ello, comprobará la importancia -que esta vez sí merece el calificativo de histórica- de esta consagración.
Antes, el viernes, el Papa Francisco desautorizó a aquellos curas empeñados en que el demonio no existe. Lo había recordado, cómo no, en su eucaristía diaria en Santa Marta. Satán quiere convertirse en señor del mundo para hacer realidad su título de Príncipe del Mundo. Por tanto, el recordatorio papal no puede resultar más oportuno.
Y la batalla final viene precedida por una cristofobia tan honda como no recuerdo se haya dado en el historia hasta nuestra era moderna, cuyo inicio no fecho en la revolución francesa -un apéndice más del nominalismo- sino en las apariciones de Fátima. A partir de 1917, la modernidad se apropia del mundo y comienza el baile. Un baile caracterizado por una cristofobia creciente que conlleva el martirio. Por ejemplo, el martirio, en España, de 522 españoles, asesinados por el odio a la fe de la II República.
Por cierto, para quien no cree en profetas sino en revelaciones privadas, le recomiendo otro libro -que tampoco está en las librerías- que no sólo trata sobre las múltiples apariciones marianas de los siglos XX y XXI, todas ellas de carácter finalista, sino que recoge todas las intervenciones papales -desde León XXII hasta hoy, que hablan de la batalla final entre la luz y las tinieblas. Se trata del libro El tiempo que se aproxima, del jesuita parapléjico, José Luis de Urrutia. Tampoco lo encontrará en librerías -curioso, ¿no- pero puede solicitarlo en los teléfonos 91 543 26 65 y 679 41 15 71, o en el correo electrónico manarias@telefonica.net.
Sagrario y Rosario: de esto depende el resto.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com
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La batalla final tendrá lugar ante el sagrario y con el rosario
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