Las sospechas de que Botín no comprará el 80% del capital del Sovereign Bank, sino que venderá su 20%, hacen sospechar a los operadores. Nada que ver con el caso Abbey, dicen los analistas, por lo que nadie sabe a qué estrategia responde. El SCH se llevó a Londres a la prensa española especializada, pero no consiguió el rostro amable que pretendía. Botín impone la técnica de la bicicleta.
El presidente del Santander Central Hispano, Emilio Botín, se llevó ayer a Londres a los medios tradicionales españoles. Pretendía con ello dar la idea de banco internacional, algo que tanto le gusta, al tiempo que presentar los resultados de los nueve primeros meses del año, una cuenta de resultados de difícil análisis, a tenor de las plusvalías que está realizando el primer grupo bancario español. Pero lo cierto es que no coló. Con contadas excepciones, la respuesta de los periodistas, especialmente de la prensa especialidad, ha sido bastante ejemplar. Unos más que otros, se han reconocido los buenos resultados de la casa, pero también las sospechas sobre el carecer especulativo de la operación norteamericana. De hecho, el martes, primera sesión tras conocerse la operación de compra del 20% del capital del Sovereign, la cotización del Santander se desplomaba un 3%, y la tónica del miércoles tampoco resultó muy positiva, en una corriente animada, además, por el veredicto negativo de algunas casas de bolsa, entre ellas JP Morgan.
Las sospechas son lógicas. En primer lugar, si Botín quiere jugar a banquero global, no puede comprar una participación minoritario es un banco minoritario. Es decir, en un banco con sucursales en Filadelfia, Nueva York y poco más. El Sovereign está barato, sí, pero es una entidad en permanente crisis interna, con una pugna, igualmente permanente, entre el equipo directivo y algunos de los principales accionistas, entre ellos, el fondo Rational. Y se trata del peor de los enfrentamientos posibles: el que deriva de unas condiciones retributivas de directivos y consejeros que algunos accionistas de referencia consideran insostenibles.
Un directivo del Santander se defendía advirtiendo que ellos tienen una opción de compra, que podría materializarse en 2008, pero los acontecimientos caminan más rápido y esta compra nada tiene que ver con el caso Abbey: una entidad en la que el Santander, simplemente absorbió y tomó el control de la gestión. Jay Sidhy, consejero delegado del Sovereign no busca un caballero blanco : busca un contrapeso español que le sirva para ganar tiempo frente a sus enemigos.
Y todo ello, no lo olvidemos, tras haberse marchado en su día de Estados Unidos, y tras haber firmado una alianza estratégica con la tercera entidad norteamericana, el Bank of América. Al parecer los acuerdos estratégicos le duran poco al cántabro.
En la bolsa española ya se empieza conocer a Botín como la Estrategia de la Bicicleta o necesidad de un pedaleo continuo so riesgo de acabar de bruces en el suelo. Pagar la acción a 27 dólares con un acuerdo para comprar el 80% restante en 2008 a 40 dólares, no tiene nada que ver con ninguna operación pretérita. Por eso, son muchos los que sospechan que Botín no va a adquirir la totalidad del Sovereign sino que va a vender el paquete ahora comprado. Estaríamos así en el terreno de la pura especulación.
El banco es de segunda división en USA. Pero es que, además, ¿quién ha dicho que en Estados Unidos existen bancos de primera división? Y los que existen no son asequibles al Santander. ¿Va a pegar otro pelotazo Botín, como el de Royal Bank o cualquiera de las participadas industriales que heredó del Central Hispano? Porque de otra forma no se entiende.