Este drama social aborda con emotividad pero sin concesiones los problemas que se derivan del aumento de la esperanza de vida en los denominados países desarrollados debido a las enfermedades que lleva aparejadas la vejez.
Tres hermanos turcos que se encuentran en la edad madura (dos mujeres y un hombre) reciben la noticia de que su anciana madre, que habita en una aldea de la montaña al lado del mar Negro, ha desaparecido. Vuelven al hogar familiar aparcando momentáneamente sus problemas pero, tras ser diagnosticada su progenitora de un Alzheimer avanzado, se abre la caja de Pandora cuando se plantean quién debe ocuparse de ella y qué medidas deben adoptarse al respecto
Este drama humano rezuma autenticidad y dolor a partes iguales porque su desarrollo plantea un problema cotidiano que viven o vivirán (en algún momento) casi todas las familias del mundo occidental: ¿Qué hacemos con los ancianos dependientes cuando aparece la demencia? Esto se preguntan las dos hijas de la anciana. No lo tienen fácil, ambas se encuentran muy perdidas en la vida; la mayor porque no ha sabido llevar correctamente las relaciones con su esposo y su hijo y la segunda (periodista) porque vive una existencia improvisada día a día. A su lado el varón de la familia pasa olímpicamente del tema porque se encuentra en los límites de la marginalidad
La caja de Pandora, a pesar de contar con imágenes poéticas, es una de esas películas que duelen porque aborda situaciones reales totalmente creíbles. En ella están mezcladas con acierto imágenes de la velocidad con la que sobrevivimos en las grandes ciudades y el estado psicológico que provoca en nosotros ese ritmo de vida enloquecido y deshumanizado No es extraño por tanto que la calidad y sencillez de este drama fueran premiadas con la Concha de Oro a la mejor película en el pasado Festival de San Sebastián y con la Concha de Plata a la mejor actriz a la veterana Tsilla Chelton, que hace un soberbio trabajo interpretativo lleno de matices encarnando a la nonagenaria protagonista
Eso sí, La caja de Pandora deja abierta la puerta a la reflexión desde el momento que lanza una piadosa mirada sobre la debilidad que lleva consigo la vejez
Para: Los que les gusten los buenos dramas sociales