Sr. Director
Durante la última semana de junio se aprobó una proposición no de ley en el Congreso en la que se insta al Gobierno a que asuma el contenido del Proyecto Gran Simio.

Según esta proposición, se reconocerían a los chimpancés, orangutanes y gorilas, derechos similares a los que se le reconocen a las personas, como el derecho a la vida o a la libertad. La noticia, aparentemente, es un simple disparate. No obstante, pienso que esta iniciativa tiene mucho que ver con nuestra vida cotidiana, con el modo que tenemos de pensarnos y de sentirnos a nosotros mismos.

¿No les parece que lo que subyace en el fondo de este proyecto no es una legítima defensa de los monos sino una voluntad de disolver lo humano? Se trata de diluir su carácter único (hacer creer que el hombre no es el único ser de la creación con capacidad de tener derechos). Lo que nos hace hombres, por tanto, lo que nos da la especificidad de lo humano, no radica en las diferencias cuantitativas del ADN sino en la capacidad de decir "yo"; de tener conciencia del deseo de felicidad, de reconocer nuestro anhelo de infinito. ¿No les parece un desorden atribuir derechos a quien no es capaz de reconocerlos? Otra cosa es la protección de los animales, con la que estoy de acuerdo pero que no debe servir de tapadera de despropósitos.

Jesús D. Mez Madrid

je.do.madrid@gmail.com