La droga es la muerte, la inmolación de millones de seres humanos ingenuos, en aras de uno de los más sucios y macabros negocios que ha conocido la humanidad. Se debe luchar contra la droga, con una educación adecuada, con una menor permisividad, con un mayor respeto a la persona, con el ofrecimiento a la juventud de una perspectiva vital.
Los jóvenes de 15 a 24 años califican que el derroche de estupefacientes es dañino, pero que lo consumen para verse integrados y porque estiman que es lo normal a su edad. Este es uno de los principales resultados de la indagación: La lectura juvenil de los riesgos de las drogas: del estereotipo a la complejidad. Este estudio se ha realizado a través de 1.200 consultas y seis grupos de discusión. Casi todos los trabajos para la prevención del consumo de narcóticos se han apoyado en que, lanzando una sensación de peligro, se prevendría el despilfarro de drogas.
Los adolescentes juzgan que la sustancia más grave es la cocaína, seguida de las píldoras sintéticas, el cannabis, el alcohol y, por último, el tabaco. Asimismo opinan sobre los beneficios del consumo de estimulantes: el 89% de los muchachos juzgan que no gratifica nada el derroche de pastillas; el 87,1% opina lo mismo de la cocaína; el 70,8% del cannabis; el 56,9% del alcohol y el 57,1% del tabaco. Los dos problemas básicos son de carácter relacional, peleas con los allegados: un 16% y de violencia un 14,2%. Les siguen los atropellos, con un 11,7%, y los aprietos mentales, con el 10,4%.
La batalla contra el comercio y el consumo de narcóticos. La voluntad de parar está dañina amenaza para la sociedad, que origina el homicidio, el terror y favorece la ruina física y psíquica de muchos mortales, reivindica un compromiso gubernamental, una contribución mundial y el apoyo de toda la colectividad.
He visto a los más grandes espíritus de mi generación, arrastrarse de madrugada por las calles de los negros, en busca de la droga urgente imperiosa, afirma Allen Ginsberg.
Clemente Ferrer
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