Este lunes se reúne la Comisión de Bioética para debatir sobre el anteproyecto de ley del aborto libre. Su informe no es preceptivo y además, Igualdad tampoco lo ha reclamado. Pero esta comisión, nacida al amparo de la Ley de Biomedicina, tiene un poco de vergüenza torera y considera que si no se manifiesta sobre este tema, su finalidad y funcionalidad resulta más discutible. Así que como a nadie le gusta sentirse inútil, han decidido reunirse para tratar de buscar una solución de consenso.
Por supuesto, el objetivo es pelotear al Gobierno, lanzar un mensaje de apoyo, matizado, con muchos términos complejos y muchos vericuetos intelectuales. Pero finalmente, apoyar. Así que el texto que se lleva al debate parte de la premisa indiscutible científicamente de que el nasciturus es un ser vivo y humano. O sea, palo a la ministra Aído quien señaló que el nasciturus era un ser vivo, pero no humano porque no existía la evidencia científica.
En todo caso, la afirmación de la humanidad del nasciturus no conlleva su protección. Así que la comisión de Bioética hace complejos equilibrios para concluir que aunque aquello es vida humana, puede quedar al pleno arbitrio de su madre durante las primeras 14 semanas. Una incoherencia intelectual que sólo se puede explicar por la mediocridad de la naturaleza humana.