Ya lo hemos dicho: en España no sobran funcionarios, sobran políticos y asesores que viven de la política. El insigne nacionalista vasco Josu Erkoreka (en la imagen) ha manifestado su solidaridad con los funcionarios que protestaban a las puertas del Congreso.

Ciertamente protestan contra el Gobierno porque es el Gobierno quien les ha quitado su paga extra de Navidad. Ahora bien, mucho me temo que se trata de un eco de una protesta más profunda: no sólo los funcionarios, sino una mayoría de los españoles se han dado cuenta de que los políticos no son la solución, sino el problema. Se han dado cuenta, porque el bolsillo está vacío, de que sobran instituciones políticas y sobran políticos. Y esto no es un ataque fascista contra las instituciones democráticas sino un intento de frenar el lujo en el que viven los políticos, por ejemplo, los miembros del Congreso.

Ahora bien, ni el Gobierno se atreve a reducir el número de políticos por la sencilla razón de que no se atreve a dejar en el paro a muchos ayudantes de sus propios partidos, y lo mismo les ocurre al resto de partidos. A los políticos le molesta extraordinariamente votar contra sí mismos.

Un ejemplo. Además de Cataluña y Euskadi -y con el posible interdicto de Andalucía, Galicia y Navarra- seguro que al resto de las comunidades autónomas les molestaría mucho dejar de serlo. O, al menos, ¿les molestaría que desaparecieran sus parlamentos y elegir directamente a un presidente? Creo que no.

¿Y qué pasaría si el señor Rajoy decretara mañana que todos los políticos cobraran el salario mínimo interprofesional?

Porque, recuerden, el español no está cabreado con la izquierda con la derecha: está cabreado con todos los políticos, de izquierdas y de derechas.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com.