El Gobierno marroquí no renuncia a la soberanía de Ceuta y Melilla y así lo ha hecho saber de manera clara y distinta. La estrategia será la misma que la utilizada en su día para sacar a las tropas españolas del Sahara: marcha verde a gran escala, chantaje diplomático y sonrisas, muchas sonrisas.

 

Mohamed VI sabe que con Zapatero tiene un absoluto chollo. Sabe que ZP jamás se atreverá a frenar su permanente presión como lo hiciera Aznar con el conflicto de Perejil. Si Marruecos otorga una concesión de explotación petrolífera en aguas españolas, "de esos temas no se hablan porque somos amigos", responsable de Relaciones Internacionales del PSOE, Trinidad Jimenez, "dixit".

 

Si las pateras crecen en verano, el Gobierno mira para otro lado y organiza las patrullas conjuntas hispano-marroquíes, cuya eficacia es más que dudosa. ZP sabe que al rey de Marruecos le interesa exportar pobreza para evitar el riesgo de una revuelta social. Y su actitud -en lugar de presionar al Gobierno para que controle sus flujos migratorios ilegales- es aflojar la tensión migratoria magrebí. Esa que aprieta cuando se trata de inmigrantes procedentes de Hispanoamérica.

 

¿Por qué tanta humillación? La explicación nos la da un observador internacional, experto en el Magreb. Esto es como en el colegio en el que el enclenque achicado amenaza al alto y fuerte por la vía del chantaje y la extorsión. Marruecos se permite enfrentarse al "primo de Zumosol" porque la actitud del fuerte ha sido la permanente debilidad. Un paso atrás en la creencia de que nuestra disposición al diálogo va a rebajar la tensión. Marruecos tiene otro criterio: cada paso atrás español es un paso adelante marroquí.

 

Y así proseguirán con su batalla sobre Ceuta y Melilla. El primer experimento lo vivimos en Melilla. "Casualmente" centenares de subsaharianos rompieron la doble valla entrando en avalancha en Melilla. España tuvo que enviar tropas de refuerzo para controlar la ciudad autónoma. Esta es la introducción. La siguiente será repetir la escena y ofrecer colaboración del ejército marroquí para pacificar. Colaboración y buen rollo. Pero las tropas ya están dentro.

 

Mientras tanto, la ciudadanía marroquí realiza una verdadera colonización paulatina. Cada vez que un español se jubila y regresa a la Península, su casa y su comercio son adquiridos por ciudadanos marroquíes. A estos hay que sumar los miles de marroquíes nacionalizados que muestran con orgullo su DNI, pero hablan español con seria dificultad.

 

Una vez que las tropas extranjeras están presentes en las ciudades autónomas españolas, el Gobierno ZP firmará un convenio de colaboración con nuestros vecinos marroquíes. Ante todo, diálogo y buen rollo. Pero las tropas extranjeras ya están en territorio español. Y como el asunto será insostenible, Marruecos propondrá una co-soberanía sobre las ciudades autónomas. Y ZP se la dará en pro del buen rollo, como creo haber dicho antes, y de las buenas relaciones de vecindad.

 

Mohamed VI aprovechará la coyuntura para reconquistar Perejil, ampliar la línea de control del Sahara, impedir a los pesqueros españoles faenar en las aguas internacionales, empujar aún más el movimiento de las pateras o detener a patrullas españolas en aguas saharawis. Y la reacción de ZP será un artículo de Moratinos en El País. Eso sí, muy duro, pero con las tropas marroquíes patrullando las ciudades españolas.

 

Finalmente, como el asunto de la co-soberanía sabrá a poco, Marruecos planteará un referéndum en ambas ciudades una vez que tenga asegurada la mayoría marroquí. Y ganará. Este es el plan de Mohamed VI. ¿Y el de Zapatero? Diálogo, mucho diálogo. Un diálogo que conseguirá darle vuelta a más de 500 años de historia española en Ceuta y Melilla, pero que no removerá el estatus colonial de 300 años en Gibraltar. Las ventajas del diálogo de Mr. Bean.

 

Luis Losada Pescador