Le llaman la crisis Jabugo porque, en vísperas de Navidad, camiones con jamones de cerdo ibérico -más bien almacenes- aguardan comprador para un producto cuya elaboración precisa tres años. Ahora bien, hace tres años no había crisis y, según el presidente del Gobierno, quien se atreviese a predecirla era un antipatriota.
Naturalmente, el comprador no está dispuesto a perder dinero, pero tampoco a perder la temporada navideña, donde se acumula un tercio de las ventas en España. Y en esas estamos: en que el tiempo se agota. Por ahora los precios se resisten a bajar pero a lo mejor hay que hacerlo a última hora, es decir, hacerlo mal. En cualquier caso, la crisis Jabugo.