Es curioso, porque cuando Hispanidad le ha preguntado si se pretendía equiparar a las demás confesiones con la Iglesia Católica ha respondido que no. Pues mire usted, no pasaría nada, mientras se respete al cerca del 80% de la población que se declara católica. La Iglesia desea vivamente la equiparación: por ejemplo, desea que en los medios públicos se respete a esa mayoría... al menos tanto como se respeta a los musulmanes, a los budistas... o a los agnósticos.
Esto es como en Estados Unidos, donde el anticlericalismo no existe porque no existen clericales o, lo que es mucho mejor, no existen clericales progres. En España hay un anticlericalismo feroz, propiciado desde el Gobierno y practicado por el PSOE.
Pero es que, además, ¿cuáles son los derechos de los agnósticos? Agnóstico significa ignorante, pero es que los anticlericales prefieren el término a la palabra ateo, por lo mismo que en Estados Unidos, no dudan en calificarse de ateos: no le tienen miedo a la palabra.
Y es que el agnóstico debe ser respetado, naturalmente, pero no tiene derecho religioso alguno. Simplemente duda, y la duda es muy legítima, pero no genera derecho alguno, por ejemplo, no genera derecho de culto: ¡Cómo va a generar derechos una indecisión! Además, en España no existe un anti-agnosticismo pero sí existe un anticlericalismo.
Naturalmente, el problema de mi vice es otro: mi vice pretende verter toda su inquina a la Iglesia, sabedora de que, a pesar de la antedicha moría social, eso no le va provocar ningún tipo de pérdida de votos, al tiempo que le va atraer las simpatías de la progresía, muchos de ellos tan creyentes como anticlericales, dispuestos a declararse católicos y al mismo tiempo, aplastarle el cráneo al cura.
No hay derechos que defender ni derechos que ampliar: lo único que hay es mucha cristofobia. La cristofobia de mi Vice y de mi Zeta.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com