Políticamente correcto, Miguel Sanz defiende su derecho a pedirlo

Las empresas son los únicos barcos que hacen aguas por la parte superior. Es lógico, una empresa es una entidad económica y sus desastres proceden, mayormente, de una gestión deficiente. Por contra, los partidos políticos, entes ideológicos, hacen agua por su extremo inferior, por sus juventudes. Y es que, en tiempos de pensamiento débil, en cuanto un político cumple los cuarenta ya no se guía por sus convicciones sino por sus intereses, con lo que no hay peligro de que no se le entienda lo que dice: tampoco se entiende él y su máxima consiste en no mojarse en que, como dicen los británicos, nunca caiga la moneda. Son las juventudes de los partidos los que realmente traducen el pensamiento de sus líderes.

Por eso resulta tan significativa la noticia de Navarra Confidencial en la que se narra lo siguiente: los juventudes de UPN reclaman los diversos tipos de familia, eufemismo que esconde lo de siempre: el matrimonio gay, el homomonio. De inmediato, el presidente, Miguel Sanz, el mismo que ha roto el partido por mantenerse en el cargo se ha apresurado a declarar, con pompa y boato, que las juventudes tienen todo el derecho a decir lo que quieran. Lo cual es muy cierto, como es cierto que el electorado navarro tiene todo el derecho a que UPN les ratifique o condene su sugerencia, más que nada para saber a qué atenerse a la hora de votar.