Es maravilloso constatar que la hispanidad, también ahora, consiste en echar a Zapatero. He escuchado la radio, incluso yo mismo he estado en una emisora "amiga" el día 12, y salvo rara excepción todo ha sido lo mismo. Mucha bandera, mucho himno, poca Virgen del Pilar y poco crucifijo.
Me preocupa, hace ya tiempo, la deriva fascista de muchos de derechas. No solamente Losantos, cuyos horizontes no dan más de sí. También otros notables medios de comunicación. Es fascismo agitar la bandera de España para jalear a futbolistas o a políticos; uno, un fascismo tontorrón y emocional; el otro, un fascismo ignorante y ciego, si no manipulador y esclavizante. Lo siento mucho: discrepo del todo.
Con ese comportamiento se convierte a Isabel la Católica, a Felipe II, a Cortés o a Colón, al Duque de Alba o a Cervantes, en meros reclamos abstractos, sólo para hacer camisetas de "merchandaising". Es lo que pasa si la adhesión a la hispanidad es externa u objetiva, como lo es a un equipo de fútbol o a los políticos. No toca ninguna fibra real de la entraña de uno mismo.
La adhesión de corazón (esa que es la verdadera y la única que puede restaurarla) es la que se compromete en intentar vivir las virtudes cardinales y cristianas, aun en medio de errores y caídas. Por ejemplo: la que cambia de canal en la tele cuando sale Belén Esteban.
José J. Escandell