Sr. Director:
"Mujeres ven un ‘patriarcado recalcitrante' en el Vaticano", titular de un periódico nacional, que podría ser cualquiera. Pero, ¿cómo que mujeres? Se tratará de un cierto colectivo que, como lleva haciendo décadas, pretende, de la manera más abusiva y antidemocrática (esto sería impensable en cualquier otro campo de acción política o social), representar a todas las mujeres, es decir a más de la mitad de la población, más o menos.
Las que nos imponen su ideología rancia y caduca, pobre, limitante y antinatural son ellas. La ideología que ha secado de niños el país. Son las que ven la maternidad como una carga, el niño como una amenaza. No han leído la carta del Vaticano. Yo sí, y es una mentira decir que pide, como están diciendo por ahí periodistas de medios de comunicación, por otra parte, tan profesionales como La Vanguardia o El País, que las mujeres se queden en casa. Miren, léanla, no les llevará mucho tiempo, aunque sólo sea por cultura general. Lo que quizás molesta es que nos recuerde lo que toda mujer, toda madre sabe: que en nosotras hay algo que nos distingue de los hombres, es nuestra capacidad de dar la vida.
Las que nos niegan derechos y no nos representan bien, las que nos imponen su manera de pensar, no son los obispos ni la Iglesia, son todas estas feministas militantes que nos han colocado en puestos de poder por doquier, y no sólo ahora. No hay ayudas si no quieres dar a tu hijito al Estado, a institucionalizarlo desde bebé en una guardería para irte quizás a trabajar a una fábrica o a una oficina a darle a la tecla y a obedecer al jefe de turno todo el día. No hay ayudas si eres tan obstinada y anticuada que prefieres dar ese día a tus niños, cuidarles, mimarles y educarles tú, y ver a tu marido a la hora de comer, ocuparte de tu casa en lugar de la empresa que te emplea.
¿Dónde está su socialismo y el concepto de trabajo alienado? El que haces por amor a los que quieres no lo es. Cuando vendes tu fuerza de trabajo a cambio de dinero, sí lo es (vaya por dónde, esto es de Carlos Marx).
Pues muy bien, señor Caldera, señoras feministas, guárdense sus 100 euros. Mejor pobres y libres, pero ojo con apropiarse la representación de todo el sexo femenino.
¡Ah!, y recomendarles que para atajar la violencia contra las mujeres, en lugar de tirar contra la Iglesia, habría que empezar a limpiar el ambiente de vulgaridad y pornografía. ¿No luchaban antes contra la utilización de las mujeres como objetos sexuales?
Arantza Díez. Madre de joven familia numerosa (ocho hijos), licenciada en Filosofía y ama de casa porque me da la gana.
howlowe@btinternet.com