Si quisiéramos ser muy precisos podríamos definir La escafandra y la mariposa como un canto a la vida o como la antítesis de Mar adentro. Pero ese comentario es demasiado pobre para definir esta magistral película que narra el viaje interior que realizó un hombre al sufrir "el síndrome del cautiverio" (una enfermedad neurálgica que deja al enfermo paralizado dentro de su propio cuerpo).

La vida cambió para Jean-Dominique Bauby, el poderoso redactor jefe de la revista  Elle, cuando sufrió, el 8 de diciembre de 1995, un accidente cerebro-vascular que le dejó inmovilizado corporalmente, como si se encontrase encerrado dentro de una escafandra. Para escapar de esa angustiosa situación sólo poseía tres recursos: su párpado izquierdo (el único órgano de su cuerpo que era capaz de mover y con el que podía comunicarse con los demás), su memoria  y su imaginación (la mariposa). Aunque en un primer momento a Bauby le abatió la desesperación pronto fue consciente de que esa situación terrible le permitía testimoniar a otros sobre el aspecto existencial en el que él había fallado. Había vivido una vida llena de momentos "brillantes" pero jamás había sido plena porque no había valorado lo más importante: su familia, sus hijos, a los que había abandonado para caer en los brazos de una amante ("¿Había estado ciego y sordo o había sido necesario la serena paz del desastre para encontrar mi verdadera naturaleza?").

A partir del emocionante libro, dictado con el párpado izquierdo por Bauby, el director Julian Schnabel ha realizado una película excepcional protagonizada por un hombre paralizado y sin habla. Una historia que engancha al espectador y le hace recapacitar.  Los acontecimientos, en un primer momento, Schnabel nos los cuenta desde el punto de vista de ese único órgano móvil de Bauby (el párpado izquierdo) para, poco a poco, irnos mostrando ese diálogo interior que mantuvo el periodista. Tuvo momentos dramáticos pero también cómicos o emotivos (un ejemplo: cuando Bauby sale de paseo con sus hijos, uno de ellos, Teophile, le va limpiando la saliva que cae de su boca). De tal forma que La escafandra y la mariposa constituye todo un derroche creativo sobre  la forma de trasladar a la pantalla grande un relato intimista.

Igualmente, La escafandra y la mariposa es la demostración palpable de la capacidad del ser humano para traspasar cualquier límite gracias al pensamiento.

No obstante, lo más curioso de este bello drama es que aunque el protagonista no era creyente (más bien era un descreído) en su profundo viaje interior avanzó, sin darse cuenta,  en el camino correcto porque como escribe en un momento dado: "La vida no puede ser sólo dolor, caos sexual y la nada". Está claro.

Para: Los que quieran ver una de las películas más válidas de los últimos años