No entro a juzgar las políticas económicas sobre pensiones ni el déficit de la Seguridad Social en una sociedad envejecida.
Me centro, exclusivamente, en el dibujo de un país en el que todo el mundo quiere ser clases pasivas, que, no nos engañemos, son también clases terminales. Nos falta vitalidad por arriba y por abajo: nadie quiere tener hijos y todos quieren convertirse en pensionistas. Vamos, que parece que estamos muertos.
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