Es la conclusión de un buen reportaje que publican al alimón (jueves 23) New York Times y el diario El País. El precio de la vivienda se dispara en todo Occidente, sea en países como España, en los que la vivienda en propiedad es el gran objetivo económico de los ciudadanos, o sea en el mundo anglosajón, donde el personal se compra vivienda para alquilar o como una inversión alternativa a la bolsa. Al mismo tiempo, la inversión ha caído en el mundo. Y eso quiere decir que en la época de los mercados financieros la gente tiene poca confianza en la especulación propia de los mercados financieros y considera que el ladrillo es más seguro.

Al mismo tiempo, esa obsesión por invertir en inmuebles puede obligar a un cambio dramático en la política de vivienda Con una demanda tan disparada, lo lógico es aumentar la oferta de pisos, lo que obligará a revolucionar las políticas del suelo y a aumentar la vivienda protegida. En todo Occidente, se ha dejado a las autoridades locales que decidan sobre la cantidad de suelo que se ofrece para la edificación, lo que ha elevado tanto el precio del suelo como la corrupción municipal.

Al final, habrá que insistir en que la denodada ministra de Vivienda de Zapatero, Maria Antonia Trujillo, tenía toda la razón con su programa inicial, de corte socialista, de vivienda: vivienda de protección oficial y de precio tasado, aún a costa de generar déficit. Sólo que le cortaron las alas desde el primer momento, porque al PSOE le sobra la O de obrero y ya no le queda nada de la S de socialista. Por eso, la ministra Apretujillos va dando bandazos desde entonces.