Sólo la estirpe y el derecho a la existencia son suficientes de congregar a una multitud como la que se concentró en la Plaza de Colón en Madrid, en un reflujo de júbilo. La Iglesia Católica ha vuelto a proporcionar, con esta reunión, un gran beneficio a la causa de la humanidad y es de justicia reconocérselo. 

"Todavía impresionado por esos cientos de miles de personas que dan la cara con naturalidad exhibiéndose en familia, creo que la reflexión obligatoria exige preguntarse: si los españoles vivimos mayoritariamente en familia y nos sentimos muy satisfechos de ello, si la inmensa mayoría estamos dispuestos a dar la cara por la familia como vimos en la Plaza de Colón, ¿por qué las leyes se empeñan en atacar el matrimonio, como hacen la ley que suprimió el matrimonio al equipararlo a las uniones de personas del mismo sexo o la del divorcio exprés que banaliza el contrato matrimonial hasta el ridículo?; ¿por qué la legislación educativa se empeña, a través de Educación para la Ciudadanía, en expropiarnos a los padres el derecho a educar a nuestros hijos en libertad?; ¿por qué la legislación sobre aborto y embriones se esfuerza cada vez más por cosificar la vida humana naciente, despreciando abiertamente la gran aportación de la familia a la sociedad que son precisamente las nuevas vidas?; ¿por qué se nos quiere imponer a todos la sectaria e inhumana ideología de género?", preguntaba Benigno Blanco en ABC..

La solución nos la mostraron con franqueza las familias españolas: contemplemos la calle, a la realidad de la vida de nuestros conciudadanos que es acentuadamente familiar. Defendamos en público lo que valoramos en privado: la familia.

"Sin la familia no hay futuro para el hombre. Por eso hay que afirmar el valor, la belleza y la necesidad de esta institución", afirmó Antonio Cañizares, arzobispo de Toledo.

Clemente Ferrer Roselló

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