La rueda de prensa de este jueves en la cumbre hispano-italiana fue todo un numerito. Primero Berlusconi justificando que él no había hablado del Gobierno de Zapatero como un Gobierno rosa. Había sido una mala interpretación de los periodistas. Después arremetiendo contra El País. Finalmente, alabando a las mujeres como el regalo más importante que Dios ha dado a los hombres. Incluso buscó aplausos. Lamentable.
Todos esperaban que De la Vega saltara. Pero no lo ha hecho. Tan sólo ha señalado que se trata de un Jefe de Gobierno elegido democráticamente, de un país amigo y aliado. No suelo hacer declaraciones desde esta mesa sobre las declaraciones de otros responsables políticos y menos si son extranjeros. Ni siquiera ha salido al paso para defender a sus amigos de PRISA ante los ataques directos de Berlusconi. Creo que ya he contestado a esa pregunta. La única que sí ha dicho algo ha sido Salgado al afirmar que el Gobierno guardó silencio por respeto a su anfitrión y a lo que representaba institucionalmente. Toma patada en la espinilla.
El talante es el mismo que el seguido con la visita de Chávez. ¿Tiene sentido que un demócrata como Zapatero se reúna con un dictador golpista como Chávez? La pregunta era directa. De la Vega se ha tenido que morder la lengua, aguantar la incomodidad para afirmar en plan institucional que el Gobierno mantiene relaciones diplomáticas con todos los países, también con Venezuela y que la visita de Chávez a España se enmarca en la normalidad democrática. Eso sí, sin focos, ni luz ni taquígrafos.