En la mañana de este martes comparecía en los coloquios de Fax Press el presidente de la Fundación Internacional para la inmigración, Edward Juárez, recientemente nombrado presidente del Comité de Naciones Unidas para la inmigración.
Juárez es el responsable de la jornada de paro de los inmigrantes norteamericanos el pasado mes de mayo. Una jornada en la que no sólo no trabajaron, sino que tampoco consumieron. ¿Cuál fue el coste de la medida? La fundación no lo ha calculado, aunque es consciente de que la jornada paró el país por la solidaridad de mucha gente.
Además, Juárez criticó la hipocresía de los países desarrollados en sus políticas migratorias. Por una parte señalan que la migración es necesaria, pero por otra prefieren no regularla para aprovecharse del abaratamiento de la mano de obra indocumentada que sobrevive en la economía sumergida. En el fondo hay una hipocresía en los países occidentales, señala el presidente de la Fundación Internacional para la Inmigración.
Y así, por ejemplo, en 1999 se aprobó en Estados Unidos una legislación que además de recortar el welfare a los inmigrantes al tiempo que obliga a las agencias del gobierno a reportar sobre los inmigrantes. Pero al mismo tiempo se otorga a los inmigrantes una tarjeta de identificación fiscal para los que no tuvieran seguro social. ¿Se comunicarán esos datos a Inmigración, preguntaron las asociaciones que trabajan con temas migratorios? Si pagan impuestos, no, respondieron desde el gobierno, señala Juárez. Así que por una parte Inmigración busca la seguridad y por otra la economía busca la recaudación. Y en esa contradicción sobreviven.
Por otra parte, Juárez señala que mientras haya una población envejecida y mientras los países desarrollados sigan atravesando un invierno demográfico, el fenómeno migratorio seguirá en auge. Por otra parte, al menos en Estados Unidos señala Juárez- el control no es tan sencillo porque el 20% de la población norteamericana no tiene papeles. No pueden demostrar quienes son, así que la administración tampoco tiene demasiados elementos para controlar, apunta el presidente de la Fundación Internacional de Inmigración, que aboga por la regularización de los inmigrantes ilegales y considera que no generará efecto llamada. Curiosamente, el mismo discurso que el Partido Demócrata.