Citigroup, el mayor banco del mundo, estaba dispuesto a pagar 60.000 millones de euros por el mayor banco alemán. Es decir, una prima que, en ese momento, superaba el 25%. Ahora bien, es el Gobierno alemán quien se niega a perder su emblema: una institución de titularidad privada pero de carácter público. Son hombres del Deutsche quienes acompañan al canciller Gerhard Schröder en sus viajes oficiales, especialmente en aquello que tiene un especial componente económico.

Por eso, en Alemania se habla de forzar una fusión entre dos enemigos irreconciliables: el Deutsche Bank (el poder financiero de Francfort) y la aseguradora Allianz (el poder financiero de Múnich). Y hay que reconocer que ambos resultarían muy complementarios. Allianz posee una tupida red de oficinas de seguros y otros productos financieros. Deutsche, por contra, tras un pasado reciente de adquisiciones aceleradas, se ha convertido en casi un banco de inversión sin apenas negocio doméstico. La verdad es que la unión de ambos daría lugar al segundo banco del mundo y primero de Europa: el poder financiero germano.

Para ello Schröder tendrá que vender la resistencia de Allianz, entidad más ligada a la CDU; pero, desde luego, está dispuesto a intentarlo.