Sr. Director:
Me alegra enormemente que se haya eco de este enorme y fátidico error que ha cometido el tal señor Emilio Botín, cuyas consecuencias -de proporciones aún imposibles de cuantificar- sus asesores no pueden imaginar.
Don Emilio, a esos tales creativos, debería mandarlos a hacer gárgaras, u otras cosas menos elegantes. De más está precisar, que he dado instrucciones a mi agente financiero que proceda, inmediatamente, a retirar mis fondos, cuya suma asciende a pesos 57,35 (para mis amigos españoles unas 250 de las "antiguas" pesetas), de esta manera al señor Botín se le quitarán las ganas de ir por el mundo comprando bancos con mi dinero. Quiero comunicar por intermedio de Hispanidad (la tinta nuestra de cada día), que usted tan dignamente dirige, que el beneficiario de mis capitales será el BBVA, entidad financiera que sigue manteniendo el glorioso color azul corporativo. Esa importante suma, que hasta ayer estaba depositada en la traidora entidad -que ya no nombraré-, remanente de los ahorros de toda una vida, que son el resultado de las exitosas políticas económicas que se suelen practicar, unas décadas sí y otras también, por estas tierras.
Señor director, como moderado fanático del glorioso Boca Juniors, le agradezco que haya puesto sobre el tapete semejante desatino, y se deje de lado por unos meses el calentamiento de la tierra, la burbuja inmobiliaria y otras bobadas. Esto, que usted ha hecho por los ofendidos boquenses, reivindica a los plumíferos que habitan la Madre Patria. En nombre de la mitad más uno de la Argentina, reciba usted un abrazo transatlántico. Y, al pobre Botín... que el buen Dios lo proteja, Don Emilio.
Pablo Caruso
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