En Madrid, a las puertas del edificio que acoge al Consejo General del Poder Judicial (en poco más de una manzana, se apelotonan el CGPJ, el Tribunal Supremo y la Audiencia Nacional) se manifiestan periódicamente (la verdad es que nadie les hace mucho caso) varones separados que exigen custodia compartida en particular y que, en general, jueces y juezas no sean tan parciales a la hora de entregar los hijos a la madre, también en los casos en los que ha sido la mujer quien ha roto el matrimonio (casos cada vez más numerosos).

 

Ocurrió que las feministas radicales (¿una reiteración?) que se manifestaban en defensa de la ley contra la violencia contra las mujeres (conocida hasta ahora como "la Contra". El cachondeo ha sido tan general que el tándem Fernández de la Vega-Caldera ha decidido rebautizarla, nuevamente, como Ley de Violencia de Género) del Gobierno Zapatero, en cuya Administración abunda el lesbianismo, se encontraron con los varones separados. Así que escenificaron en la calle, lo que se dice en tiempo real, la guerra de sexos, la guerra más estúpida de todas las guerras, que divide justo por medio a la humanidad actual. Los dos grupos no llegaron a las manos y se quedaron en insultos, pero, como en las pandillas de chavales, se juramentaron para la próxima ocasión.

 

Zapatero, en el entretanto, sonríe, en su mejor papel de Mr. Bean. Realmente tenemos un personaje curioso. No sólo en sus formas, rostro, sonrisa y ademanes, se parece al genial cómico inglés, sino que también participa de ese espíritu de bombero pirómano que caracteriza al mimo británico, un espíritu del que también participa con entusiasmo su responsable de Trabajo, ponente de la norma, Jesús Caldera (tranquilos: ya le hemos denunciado al "club de hombres"). Hay que ser muy torpe para no darse cuenta de que con la venganza es difícil hacer justicia. El proyecto de ley socialista contra la violencia contra las mujeres va a recrudecer la guerra entre los dos sexos. A fin de cuentas, el texto no es más que la venganza del feminismo utilizando el BOE como instrumento. Su primer efecto: recrudecer la guerra de sexos y, por ello, aumentar la ya de por sí lamentable violencia contra las mujeres. Y si no, al tiempo.

 

La película podría titularse: "La guerra de Mr. Bean".

Eulogio López